HÁGASE LA VOLUNTAD DE DIOS EN LAS TIERRAS DE MI COMPADRE
Esta expresión aparentemente piadosa, esconde el deseo de causar daño al otro, por tanto es la declaración hipócrita del que tira la piedra y esconde la mano, así, la recientemente iniciada campaña con tintes electoreros del grupo que se dice llamar Partido Verde Ecologista de México, que ha hecho circular volantes en donde se pide el cierre de la refinería de Pemex Ing. Antonio M. Amor, en esta ciudad de Salamanca, aparentemente por los daños ambientales que ha causado, que nadie puede negar que existen, pero que esconden los verdaderos ocultos y oscuros intereses de este oportunista partido.
Para nadie es un secreto que este acomodaticio partido minoritario, se adecua a las circunstancias para apoyar a los partidos grandes del color que sean, siempre y cuando logre con ello, un beneficio personal para sus representantes. Así, ahora que el PRI y el PAN se han coludido para desmantelar a la principal industria nacional, mediante la contrarreforma energética, para entregarla al capital privado extranjero y nacional, “porque ellos sí saben manejarla”, están haciendo el trabajo sucio, propio de los sirvientes para allanar el camino a las empresas trasnacionales.
Para lograr su objetivo se han valido del desprestigio que se ha ganado esta empresa energética con el deterioro inducido mediante la manifiesta corrupción de todos los cuerpos directivos de los múltiples corporativos en los que se dividió la empresa para hacerla vulnerable, con la anuencia del también corporativo sindical y la pasividad de sus trabajadores, que han deteriorado una imagen otrora gloriosa, que dejó de estar al servicio de la patria para ponerse al servicio del “huachicoleo” y la corrupción.
El desprestigio del país ha corrido parejo con el desprestigio de PEMEX, lo cual en sí señala su importancia; dejar caer a PEMEX ha significado, dejar caer al país y ante esto ¿Qué hacer?
Se habrán preguntado esos voceros de la entrega del país, ¿qué sería de las cinco mil familias que dependen de la operación de la refinería, y de las 30 mil que indirectamente resentirían el impacto?, es seguro que no. Por fortuna la respuesta una vez más la tiene el pueblo como en 1938. Nos propone el Frente Regional Ciudadano en Defensa de la Soberanía:
“…, como pueblo, definir el tipo de desarrollo al que aspiramos y emprender un proceso que incluya a todos, permita la utilización racional y sostenible de nuestros recursos, promueva una mejor y más justa distribución del ingreso y la elevación continua de los niveles de vida de la población, así como el impulso a la cultura, la educación, la ciencia y la tecnología para crear las condiciones que conviertan a nuestro país y al mundo en un lugar ambientalmente sano en el que se viva con dignidad y felicidad. Para ello, otra cuestión importante es definir qué recursos y ramas de la economía son realmente estratégicas para el tipo de desarrollo que nos propongamos y ejercer la plena soberanía de la nación sobre ellas.
“La solución, como en todos los problemas nacionales, está en la participación del pueblo como el único con la facultad soberana para decidir sobre su futuro. Y en este caso, los trabajadores petroleros, en defensa de su trabajo y sus derechos, deben entender su responsabilidad histórica y asumir la vanguardia en la defensa de esa parte del patrimonio nacional y de la industria que intentan desaparecer”.