Al ser un acontecimiento histórico tan extenso y complicado, el relato de la Independencia de México se ha plagado de curiosidades y hechos insólitos que enriquecen la lectura de este hecho.
Si bien conocemos los aspectos básicos del Grito de Dolores y el movimiento que se inició en la madrugada del 16 de septiembre, también es importante recalcar los pequeños hechos que llevaron a la independencia de nuestro país.
¿QUÉ DÍA SE DA EL ‘GRITO’?
Actualmente el ‘Grito de Independencia’ se da alrededor de las 11 de la noche desde Palacio Nacional el 15 de septiembre, aunque es conocido que Hidalgo se levantó en armas durante la madrugada del 16. Muchos afirman que fue Porfirio Díaz quien movió la fecha para celebrar su cumpleaños, sin embargo, esto es falso, ya que desde 1825 se conmemoraba el 15 de septiembre.
EL PÍPILA
Tal vez uno de los mitos más conocidos sea la del hombre conocido como ‘El Pípila’, quien colocó una piedra en su espalda y prendió fuego a la puerta de la Alhóndiga de Granaditas. No existen pruebas fehacientes de su existencia.
LA TRADICIÓN
Celebrar el Grito de Independencia se remonta hasta 1812, aun cuando la guerra continuaba. El general Ignacio López Rayón celebró el aniversario en Hidalgo; José María Morelos y Pavón escribió en ‘Sentimientos de la Nación’ el 16 de septiembre como día solemne; en 1825 ya era considerada una fiesta nacional y el presidente Guadalupe Victoria presidió un desfile; en 1864 el emperador Maximiliano de Habsburgo oficializó la celebración al tocar la campana en Dolores.
LA CAMPANA DE DOLORES
La campana original se encuentra restaurada sobre un nicho sobre Palacio Nacional, sin embargo, esta no fue tocada por Hidalgo esa noche del 16 de septiembre de 1810, sino por José Galván, el campanero de la parroquia.
RECONOCIMIENTO DE LA INDEPENDENCIA HASTA 1836
El 28 de septiembre de 1821 se firmó la Declaración de Independencia, con lo que la Nueva España se proclamaba libre y soberana, y establecía el Imperio Mexicano bajo las órdenes de Agustín de Iturbide.
Acta de independencia del Imperio Mexicano, pronunciada por la Junta Soberana congregada en la Capital el 28 de septiembre de 1821.
La Nación Mexicana que, por trescientos años, ni ha tenido voluntad propia, ni libre uso de la voz, sale hoy de la opresión en que ha vivido.
Los heroicos esfuerzos de sus hijos han sido coronados, y está consumada la empresa, eternamente memorable, que un genio, superior a toda admiración y elogio, por el amor y gloria de su Patria, principió en Iguala, prosiguió y llevó al cabo, arrollando obstáculos casi insuperables.
Restituida, pues, esta parte del Septentrión al exercicio de cuantos derechos le concedió el Autor de la Naturaleza y reconocen por inenagenables y sagrados las naciones cultas de la tierra; en libertad de constituirse del modo que más convenga á su felicidad; y con representantes que puedan manifestar su voluntad y sus designios; comienza a hacer uso de tan preciosos dones, y declara solemnemente, por medio de la Junta Suprema del Imperio, que es Nación Soberana, é independiente de la antigua España, con quien, en lo sucesivo, no mantendrá otra unión que la de una amistad estrecha, en los términos que prescribieren los tratados; que entablará relaciones amistosas con las demás potencias y cuantos actos pueden y están en posesión de permitir las otras naciones soberanas: que va á constituirse, con arreglo a las bases que en el Plan de Iguala y Tratado de Córdoba, estableció, sabiamente, el Primer Jefe del Ejercito Imperial de las Tres Garantías; y en fin que sostendrá, á todo trance, y con sacrificio de los haberes y vidas de sus individuos, (si fuere necesario) esta solemne declaración, hecha en la capital del Imperio á veinte y ocho de septiembre del año de mil ochocientos veinte y uno, primero de la Independencia Mexicana.
A pesar de esto, España no reconoció la Independencia y realizó varios intentos de reconquista. Fue hasta el 28 de diciembre de 1836 que el país europeo reconoció la independencia de México con un Tratado de Paz y Amistad, firmando por María Cristina de Borbón -viuda de Fernando VII- y Miguel Santa María y el presidente mexicano José Justo Corro.