Con información: Animal Político
El Zócalo que conocemos en la Ciudad de México no es el original. En 1843 el expresidente Antonio López de Santa Anna quiso erigir un Monumento a la Independencia al centro de la explanada de la Plaza Mayor, pero el endeudamiento externo del país no le permitió concluir la obra, la plataforma circular (de 8 metros de diámetro y 28 centímetros de altura) que serviría para elevar el monumento, terminó por dar el nombre a una explanada de más de 20 mil metros cuadrados.
La Dirección de Salvamento Arqueológico (DSA) del INAH comprobó que el monumento proyectado por el entonces presidente Santa Anna para conmemorar la Independencia, cuya primera piedra se colocó el 16 de septiembre de 1843, se convirtió en víctima de un México endeudado y convulso.
Desde el pasado 21 de abril, el INAH supervisa la rehabilitación de la Plaza de la Constitución que sustituirá el piso de concreto y adecuará la infraestructura peatonal y urbana. Los trabajos permiten que los arqueólogos escarben solo 50 centímetros, que fueron suficientes para hallar estos elementos históricos.
Según el INAH, los arqueólogos Alejandro Meraz, Gonzalo Díaz, Rubén Arroyo y Ricardo Castellanos, de la DSA se sienten orgullosos de escribir un nuevo capítulo en la historia de este emblemático espacio con el hallazgo del verdadero Zócalo.
Según documentos de la época, el monumento que Santa Anna pretendió construir estaría “compuesto de un basamento octavado. Encima de cada ángulo habrá un héroe de la Independencia, y dentro de este basamento estarán los cuerpos de éstos”. Tendría otro basamento superior con bajorrelieves, y otra estatua en cada ángulo, que sostendrá la columna fajada con ornatos y el capitel compuesto, encima del cual habrá la estatua de la República, y se subirá por dentro de la dicha hasta ésta, pero el endeudamiento del país no lo permitió.
El Zócalo de la Plaza de Constitución no había sido motivo de una remodelación integral desde los tiempos del “Regente de Hierro” del Departamento del Distrito Federal, Ernesto P. Uruchurtu, a mediados del siglo XX.
