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Eterna Jornada

Por: Alfonso Díaz Rey

El futuro laboral


La incorporación al mundo del trabajo es un momento al que tiene que arribar la inmensa mayoría de las mujeres y hombres en una sociedad.

Aunque ese momento se presenta cuando las personas transitan por su juventud (15 a 29 años), es importante que se de en condiciones que les permitan una vida digna y que el momento de su desincorporación, el retiro o la jubilación, no signifique un retroceso en su calidad y condiciones de vida.

Durante la vida laboral y, en algunos casos, posterior a ella, el potencial, capacidad y habilidades creativas y productivas del ser humano (su trabajo), son factores fundamentales para la creación de los bienes que la sociedad necesita para su subsistencia y desarrollo; por tanto, el trabajo es la única fuente creadora de riqueza.

En este contexto, el trabajo debe contribuir, además de proporcionar satisfactores a sus necesidades vitales, a promover el desarrollo personal y profesional de los miembros de una sociedad.
En nuestro país, la propaganda oficial utiliza un discurso mentiroso y hueco hacia l@s jóvenes, lleno de ilusiones inalcanzables y promesas que no se cumplirán. Por ello, cuando se enfrentan a una realidad totalmente diferente al paraíso discursivo, que en ocasiones encaran desde la niñez, sufren golpes emocionales que en no pocos casos l@s conducen a situaciones o actitudes que en lugar de resolver sus problemas se los complican.

La situación laboral para la juventud en México es sinónimo de elevada precariedad y, por tanto, le ofrece un futuro nada halagador; ello porque la mayoría de los empleos son de bajo valor agregado y baja productividad; sin embargo, aun en los de alto valor agregado y alta productividad, la política salarial contiene sus ingresos en niveles que rayan en lo precario.

El déficit en la creación de empleos formales, la urgente necesidad de cubrir sus necesidades y la falta de oportunidades, entre otras causas, los induce a tomar opciones sin garantías de seguridad, prestaciones sociales, ni de la capacitación adecuada que requiere una trayectoria laboral que garantice una vida digna.
Lo anterior, además de un insuficiente crecimiento de la economía, el incremento de la flexibilización laboral y prácticas discriminatorias, restringe las posibilidades y oportunidades de la juventud para su inserción adecuada en el mundo laboral.

Por otro lado, la legislación en la materia se ha modificado en un sentido regresivo y dado que promueve la precariedad de los salarios, la inseguridad laboral y la cancelación de conquistas sociales y prestaciones, a quienes más perjudica esa regresión es a l@s jóvenes que arriban a la edad y tiempo de trabajar.
Producto de tal situación son los llamados «Ninis», estrato de la juventud que desde una errada visión muchos adultos los califican como «jóvenes que ni estudian ni trabajan», pero que en realidad son personas a quienes, desde una visión juvenil, «ni se les reconocen capacidades, ni se les brindan oportunidades», que es la más apegada a la realidad.

En México los que conforman ese estrato representan el 22.1% de la juventud y la probabilidad de que las mujeres estén en esa condición es casi cuatro veces mayor que la de los hombres (datos de octubre de 2016, de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico).

El hecho de que un gran número de personas que se encuentran en las filas del desempleo cuente con estudios superiores, inhibe los deseos de estudiar entre la juventud y es una de las causas de la elevada deserción escolar.
Los planes y programas que se elaboran para resolver este grave problema no funcionan por la simple razón de que eluden las causas reales que lo originan, causas que subyacen en las bases mismas del sistema económico y político dominante, cuyo principal interés estriba en mantener y reproducir las condiciones que permitan a la oligarquía permanecer en el poder y acrecentar sus ganancias.

Y aunque el derecho al trabajo se contempla en nuestra Constitución y es, además, un derecho humano fundamental, la desigualdad, la inequidad, la discriminación, la exclusión y la explotación que prevalecen y aun se acentúan con las políticas neoliberales en el contexto de la globalización capitalista, son obstáculos que solamente podrán ser removidos mediante cambios sociales y políticos de carácter radical de acuerdo a las condiciones de cada país.

La tarea no es imposible, pero tampoco fácil. Requiere de la participación decidida y organizada de la sociedad para lograr los cambios necesarios que permitan a la juventud recuperar la esperanza y construir un mejor futuro que el que nos depara la realidad actual.


1. La Organización Internacional del Trabajo lo define como «el conjunto de actividades humanas, remuneradas o no, que producen bienes o servicios en una economía, o que satisfacen las necesidades de una comunidad o proveen los medios de sustento necesarios para los individuos». El empleo es definido como «trabajo efectuado a cambio de pago».

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