Los mercados de las ciudades de México me fascinan…encuentras de todo: ropa, carnes, brujerías ,dulces, fayuca, pipas, Santos, electrónicos, plantas, comida…de todo. Y la gente de mercado tiene una energía muy especial, forjada en el trabajo, el espíritu de sobrevivencia, las penurias, la avaricia, la solidaridad…son gente muy hábil: un vendedor me dijo que podía preguntar y con una mirada de décimas de segundo le indicó a una empleada muy guapa que debía atenderme, dejando claro para mi que las presas masculinas son de ella.

En el mercado Tomasa Esteves de Salamanca la actividad comienza muy temprano, bajo la protección de la Virgen que tiene su altar en un lugar estratégico, entre los puestos. Algunos salmantinos me han comentado que su mercado no les gusta, que les parece anacrónico y mal situado. Sin embargo, a mi me parece que cumple con su cometido. Uno de los verdaderos y serios problemas que tiene es que –no sé la razón– todas las rutas de autobuses van a dar allí, provocando un congestionamiento que afecta a choferes y usuarios. Quizá en alguna época hubo necesidad de que todos los camiones llegaran a ese lugar, pero actualmente es un absurdo que ninguna autoridad ha procurado remediar.

Estoy de acuerdo con los que opinan que deberíamos comprar más en nuestro mercado popular y olvidarnos de los grandes centros comerciales que solo benefician a los consorcios nacionales e internacionales. Además, sobre todo en lo que a comida se refiere, podemos encontrar mayor delicia, calidad y precio entre los vendedores que no dejan de tratar de seducirte con frases como ; “¡pásele joven ¡” (aunque tengas más de ochenta años.) El otro día un comerciante me dijo: “pásele joven ilustre”…verdaderamente me hizo reír.

No se por qué, a los del mercado los relaciono con los gitanos y con las mafias… Me caen muy bien. Por cierto, según yo, le tomé una foto a un puesto de cosas esotéricas y no salió.. Hay magia, indudablemente, en los mercados.