ALLÁ LEJOS MUY LEJOS…
Allá, lejos muy lejos; se oyeron los gritos de la desesperanza… Y yo tapé mis oídos con el ruido de la indiferencia…
Allá, lejos muy lejos; corrieron entre el fuego abierto los olvidados en las penumbras… Y yo cerré mis ojos con la venda del prejuicio y la sentencia…
Allá, lejos muy lejos; segregaron los olores del miedo, la muerte y la impunidad… Y yo obstruí mi respiración inhalando mentiras e intoxicándome con estiércol de los poderosos…
Allá, lejos muy lejos; golpearon con fuerza la razón… Y yo enterré mi juicio común y alimenté la indiferencia por los otros…
Allá, lejos muy lejos en la distancia absurda y la inconsciencia cierta; tocaron la marcha fúnebre de los no olvidados, de los que nacieron siendo semillas, de los que enterraron su nombre y resucitaron en labios mudos que repiten la memoria… Y yo me avergoncé…
Allá, tal vez no tan lejos; una madre pronunció con voz queda el nombre de aquel a quien parió, como si el viento pudiera inmortalizar su agonía, pudiera acariciar a su hijo, pudiera cantarle una canción de cuna y mitigar su dolor…
Acá, muy cerca, tan cerca que hasta duele: la rabia crece, las ciudades caen, los muros tiemblan, las calles hablan, los locos bailan, los desaparecidos se encuentran, los muertos viven, los sueños andan…
En el dolor profundo de la impotencia los rostros de los 43 no han sido olvidados, en tiempos donde la violencia es sistémica y el aparto del Estado represor se hace eficiente para deshabilitar las manifestaciones y luchas por un mundo más justo; se hace inminente NO OLVIDAR.
UNA LUZ PARA AYOTZINAPA
26 de agosto de 2017 a 35 meses de la desaparición forzada de los 43
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Pascual Alarcón Sánchez