MÉXICO ES…
México: es una tarde acaecida que deambula entre los matorrales del corral de la abuela, mientras ésta grita que ya está la comida y congrega con una advertencia a todos los nietos y sus hijos a compartir las muchas o pocas tortillas que el fuego coció.
México: son las canciones y los bailes que se danzan y cantan para ahuyentar los amores o para tenerlos más cerca, son tiempos de compás que hacen palpitar la alegría y la tristeza, la vida y la muerte; porque todo se canta y todo se baila, como si no existiera diferencia.
México: es un abrazo cuando alguien muere o cuando alguien nace, es un kilo de café para el velorio y un chocolate o un puro para la bienvenida; es saber que existen nueve días para sanar el dolor y toda una vida para festejar la existencia.
México: es un cielo nublado que cubre una tierra y la rodea de montañas y la baña de ríos, y la pinta de verde o de amarillo si es que hace calor; que en las llanuras viven muchos colores como los tantos que son los que habitan esta tierra, tan depredadores y tan preservadores como los mismos ciclos que cambian y depuran.
México: son niños que aún se acuerdan de jugar en la calle, de caerse de los árboles, de tocar un timbre y correr para no delatarse; que saben sonreír y reírse de la vida, en ocasiones tan desesperanzada como sus zapatos rotos y sus camisas rasgadas.
México: es una palabra que se desgasta al pronunciarla, que representa esa absurda política del poder, del dominio, de la opresión, de los desaparecidos, de los muertos, de la delincuencia, de la corrupción, de las mentiras, de la pobreza y desigualdad; es una palabra que no se entiende y que es tan compleja de definir desde las tantas connotaciones para hacerlo. Pero que en otro escenario, en aquél que es paralelo y donde realmente se da la vida, se aprende a contrarrestar la mentira a vivir en comunidad, a solidarizarse a pesar del individualismo, a sumar a pesar de la división, a encontrarle un sentido a lo colectivo, a intentar construir a pesar de lo que se les ha destruido; a resistir y organizarse (aunque sea para comer), a aprender a no tener miedo y a verse como iguales.
En este otro México la inseguridad es latente y con ella existe el miedo como dimensión humana pero no como determinante y único.
En este otro México, hay personas que se muestran los rostros y se entienden y se pertenecen, hay personas que encuentran en esas miradas razones suficientes para celebrar, para festejar la vida…
¡Qué viva este otro México!
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