
País de las maravillas*
Por: Alfonso Díaz Rey
Quien sin tener el mínimo conocimiento de México lea las declaraciones que se hacen desde las más altas esferas del gobierno y reproducen los medios de comunicación incondicionales del sistema, podrá pensar que vivimos en el país de las maravillas.
Esa persona creerá que somos un pueblo desagradecido con quienes en el servicio público se desviven por darle bienestar y felicidad al pueblo y no valoran sus logros.
Pues bien, ahora resulta que el más publicitado logro del actual sexenio, el que caracterizaría la gestión de Enrique Peña Nieto, haber generado más de 3 millones de empleos hasta el pasado 31 de enero, es mentira.
Aun cuando la Secretaría del Trabajo, con base en estadísticas del Instituto Mexicano del Seguro Social, informó de la creación de 3 millones 237 mil 241 plazas nuevas, casi dos millones de esas plazas existían como «informales».
Así, de cada 10 empleos «nuevos» que el régimen presume, seis ya existían de manera informal y las nuevas plazas que se crearon, por el nivel de salarios que perciben, no son para presumir. El desmentido a la euforia y propaganda oficiales surgió del Centro de Estudios Económicos del Sector Privado (Ceesp), organismo que depende del Consejo Coordinador Empresarial, al que no se puede catalogar como enemigo del régimen. Otra información del mismo Ceesp apunta que el 63% de los ocupados no tiene acceso a servicios de salud y más de la cuarta parte trabaja jornadas superiores a 48 horas a la semana.
No obstante, en el gobierno permanece la euforia y continúan esparciendo mentiras acerca de falsos logros y de las bondades y beneficios que han dejado las
reformas estructurales llevadas a cabo y lo que vendrá con las que todavía faltan (salud y agua, entre otras).
Esa práctica del gobierno, la mentira, no es nueva. Lo que sucede es que se ha vuelto tan común que actualmente tienen la desfachatez de sostenerla aun cuando existan evidencias irrefutables que muestren lo contrario, lo que a su vez denota el desprecio que tienen por el pueblo.
Nos mienten una y otra vez porque tienen el control sobre nosotros. Una de las formas de control es, debido a la precariedad de los salarios, mantenernos ocupados en buscar ingresos adicionales para cubrir las necesidades esenciales de nuestras familias; de esa manera nos ponen a competir entre nosotros, lo que nos desune y evita que nos organicemos y encontremos las causas de la situación por la que pasamos la mayoría de quienes habitamos este país.
Ese control ha permitido a quienes nos gobiernan hacer y deshacer en favor de los que en realidad tienen el poder en este país y a quienes realmente sirven: la oligarquía local y extranjera. Lo que ha resultado en la entrega de prácticamente todos los bienes y riquezas de la nación a un puñado de consorcios industriales y financieros, a costa del incremento de los padecimientos y carencias del pueblo mexicano.
¿Qué podríamos hacer?
Una posibilidad sería, como pueblo, encontrar espacios para organizarnos, definir el tipo de desarrollo al que aspiramos y emprender un proceso incluyente que permita la utilización racional y sostenible de los bienes y riquezas de la nación, promueva una más justa distribución del ingreso y la elevación continua de los niveles de vida de la población, así como el impulso a la cultura, la educación, la ciencia y la tecnología para crear las condiciones que conviertan a nuestro país en un lugar ambientalmente sano, en el que se viva con dignidad y felicidad.
Y es que el único con la facultad soberana para decidir su futuro es el pueblo.
Salamanca, Guanajuato, 23 de febrero de 2018
* Tomado de: http://www.somosmass99.com.mx/pais-de-las-maravillas/