¡AH, CHINGAO!, CÓMO ESTÁ ESO DE QUE ESTAMOS BIEN
José Antonio Bueno*
Son las cuatro veinte de la mañana, anoche sí me acordé de conectar el celular y hoy sí sonó la alarma; hace un frío de la chingada y mi niña está enroscada en su cobija, anoche no se quería dormir por estar jugando y no sé qué tanto me decía, no le entiendo a veces, apenas está aprendiendo a hablar. Del frío no me quiero bañar, no hay gas, me congelaría yo creo, a ver cómo me quedan las greñas con gel, como quiera me las controlo.
En las mañanas me agarra más la tristeza, porque veo a “la Peque” dormidita, en esta pinche alcoba que me presta mi mamá, toda dada a la madre. Además me tengo que ir y la dejaré con ella mientras da la hora para que entre a su trabajo; ella me la deja a la hora que salgo y yo me la traigo a la casa. Así nos la tenemos que arreglar mientras nos va mejor, aunque está cabrón para que nos vaya mejor, no veo cómo, y de pilón, la regué… como que me acosté con mi novio antes de tiempo por un calentón, y pues… ahí están las consecuencias. Ese se fue luego luego, y yo… a la chinga.
A mi mamá ya se le bajó la bronca por lo de mi embarazo, ¿ya qué más hacía?, y pues me ayuda como puede.
Yo apenas estaba estudiando la prepa, que mi mamá me pagaba con muchos trabajos; en esta ciudad no pude entrar a ninguna oficial, aunque pasé los exámenes de admisión ya no cupe, eso sí, me cobraron por el derecho a presentar el examen trescientos cincuenta pesos; éramos un chingo los que queríamos entrar y sólo entraron los que tenían palancas. Y como el año de escuela ya iba a empezar, me tuve que matricular en esa pinche escuelita de mierda que está por un jardín. Dijo mi mamá que mientras, para que me dieran el papel.
Luego me embaracé y pues me tuve que salir de la escuela, que de por sí no servía, los maestros casi ni iban, y cuando iban nomás a dictarnos y nos dejaban echar mucho desmadre.
Ya después que nació la niña, pues menos le alcanzaba a mi mamá el dinero y me dijo que había que buscar trabajo, y ni pedo, a buscar y buscar, y calarle en varias partes.
Aquí, en esta ciudad se han puesto muchas fábricas japonesas, que quién sabe qué tantas cosas hacen… dicen que es bueno que vengan, principalmente las que hacen coches; el gobierno dice que eso es bueno, que se fijaron en nosotros para traer inversión, yo la verdad ni entiendo eso; ¿cómo es que eso es bueno para nosotros, si pagan muy poco y nos chingan mucho? Yo creo que es bueno para ellos, pero, para nosotros ¿por qué? Bueno pues ahí no encontré acomodo, me pagaban el salario mínimo y eran unas jodas terribles, los primeros días hasta me dio calentura. Y pues decidí ya no ir y mandarlos a la chingada.
Una amiga me recomendó con el “líder” de una tienda de autoservicio; bueno, entré con la condición de que le entregara mi primera semana de sueldo. Me pagan ciento treinta pesos por nueve horas de trabajo, y pues sí son chingas, hay que hacer de todo, desde limpieza, acomodar producto, cobrar, tratar bien a los clientes, imprimir tickets, etiquetar, reetiquetar, juntar lo caduco, recibir mercancía, revisar billetes, estar alertas en caso de hurto; la computadora nos ordena todo, hasta la hora de hacer cada cosa, es un estrés de la chingada.
Y casi todo el tiempo aguantar clientes “mamones” prepotentes, proveedores acosadores, supervisores con aires de emperador. Y para aguantar eso… estoy aquí, a las cuatro y media de la mañana, parada frente al espejo, tiemble y tiemble… como que no va… ¿no?
Lo que menos me checa es como padecemos tanto, y todos aquí en la colonia, y mis familiares también; si en este país se han hecho leyes para que vivamos bien ¿no?… y ha muerto gente por eso, ¿por qué estamos tan mal?
Es más… nos lo dicen a diario, que estamos bien… y no es cierto, estamos que nos lleva la chingada… Por ejemplo, ya no alcancé escuela, y sí sabía, pasé los exámenes… y pues nomás no…
Bueno, vámonos a la chinga pues, pues tampoco, ¿no que la reforma laboral?… que el salario debe alcanzar para vivir bien… ¿pues cuál? ¿en qué país?; otro pedo, a mi mamá le descuentan un chingo de su crédito de Infonavit y después de pagar diez años debe más que cuando empezó, ¿cómo está eso?, ah, y la pinche casa ya se quiere caer… no, pues esto es un desmadre. ¿Cuál bien?… creen que estamos locos ¿o qué? No, más bien, pendejos.
Pendejos y condenados a que nos lleve la chingada… Ya me dio más frío… y eso de estar nomás pensando desgracias como que no, ya ni voy a alcanzar el camión, y para pagar taxi, ni madres…
De por sí, ya aumentaron el pasaje la semana pasada. Tengo que llegar a tiempo, si no, una amonestación y luego vienen los descuentos.
En la pinche colonia donde está la tienda hay una delincuencia de a madres, a nosotros no hay semana que no nos asalten tres veces de menos, nos cae de todo: borrachos, drogados, llenos de enojo, esbozados, descubiertos, con cuchillo, desarmadores, picahielo, pistola… de todo; jóvenes, viejos, mujeres, todo; eso sí, cada tres horas llegan los pinches policías a que se les firme su recorrido, para demostrar que sí pasaron y después el presidente diga que están muy al pendiente. Como que esto se está poniendo de la chingada; y en todos lados, en el camión, en la calle, en los antros, bueno, donde sea, lo único “bueno” es que el gobernador, y el presidente dicen que la delincuencia ha bajado, que los que opinen contrario son enemigos de México. ¿Qué el presidente y el gobernador no saldrán a la calle? O, de plano, ¿viven en otro lado? ¿O no les importa o hablan a lo puro güey?
Como es temprano los camiones van de volada, sí llegaré…
Ya casi son las seis, y no nos asaltaron en el camino; luego luego hay que ver la agenda del día de hoy, comienzo a leerla; lo primero, hay que poner a jalar las máquinas del café; mientras voy a la bodega y a las cámaras frías, me van entrando unas ganas de llorar, perras… Esto no es vida chingao, ni siquiera le dejé qué comer a mi niña, anoche no cené por darle, ya llegó el recibo de la luz y no pude comprar el tanque del gas, a ver mi jefa qué le da de almorzar.
La verdad, todo lo que estuve pensando en la mañana me da mucho coraje, y me quedé corta, uuuuh… si me hubiera acordado de lo de mi papá y de cuando me asaltaron aquí una vez, fue la más gacha,… entró un güey a la tienda, y se me vino derechito encima, me bajó la feria que llevaba cobrada, me puso un pinche filero bien grande en el pescuezo, me salió tantita sangre, agarró un chingo de cigarros, en eso un chaval que estaba “de viaje” por los refris vino a pagar y el bato le metió el fierro en la panza y le salió un chisguetote de sangre, llenó todos los dulces, y el bato me vio gacho, como con mucho odio y me dijo que si decía a la poli que él había sido, regresaría y me haría cachitos. La neta, me quedé fría y me acordé luego luego de mi niña y me oriné del susto en el pantalón. Luego lloré y lloré, no podía parar. Luego me dijeron que me desmayé.
A ver… ¿qué pinche necesidad tiene de pasar esto alguien que está trabajando para vivir? ¿No dicen que no pasa nada, que estamos bien? Entonces, ¿quién está echando mentiras?
La verdad son chingaderas, nada funciona bien, todos te chingan…
O, ¿en qué estamos bien?… ¡Órale! Ahorita agarro mi lápiz para hacer una lista…
Cualquier día podemos perder la vida a manos de cualquier cabrón… de todos modos, creo los culpables serán los que nos mienten durante las campañas políticas, y luego a diario…
Como que ya estuvo, ¿no? Si no… ¿qué le espera a mi “Peque”?
* Tomado de Somos pueblo, Somos gente; Colectivo Miguel Hidalgo; No. 8, febrero 2018.
