LA ESTÉTICA Y EMOCIÓN DEL BALLET DE ESLOVENIA MARIBOR
Por: Alejandra Bermúdez
Con el rumor de que el espectáculo que daría El Ballet del Teatro Nacional de Eslovenia Maribor era impresionante, la gente expectante fue llegando al gran recinto del auditorio del Estado y ocupó todos los lugares. Cuando dieron la tercera llamada y la cortina se abrió, la escena primera escena justificó lo rumorado: Una hilera de personas vestidas de negro (hombres) y beige claro (mujeres) estaban sentadas sobre una larga banca blanca colocada en un extremo del escenario bajo una luz templada. Las voces de los presentes iban callándose mientras los bailarines, uno a uno, caminaban dispersándose por el escenario. De repente la música de Pergolesi entró con toda fuerza y la danza contemporánea comenzó.
El espectáculo se dividió en dos partes, la primera tuvo como tema principal el sufrimiento de la Virgen María (SStabat Mater), durante la crucifixión de su hijo Jesús, y la segunda estuvo basada en la música de la consagración de la primavera, de Stravinski.
Durante la primera parte se puede apreciar desde la concepción de Jesús hasta la crucifixión y el dolor que la muerte del hijo bien amado provoca en su madre. Movimientos suaves y originales que nos regala este baile contemporáneo son el lenguaje que transmite la carga de emociones. Jugando con las luces y blancos prismas cuadrangulares, creaban la escenografía para sus diversas etapas narrativas dancísticas. Realmente lograron crear maravillosas imágenes llenas de plasticidad, como si en un gran lienzo se dieran pinceladas para crear un trazo tras otro.
El intermedio de veinte minutos sirvió para permitir que pudiéramos digerir tanta belleza y la fuerza de la historia. Los comentarios del público eran aprobatorios, mostraban asombro, gusto, estaban ansiosos por ver la segunda parte.
Cuando la cortina se abrió una vez más, los bailarines se encontraban aparentemente desnudos. La obra “Le Sacre du Printemps” de Straviski comenzó a escucharse y los movimientos de los bailarines se acompasaron a esas notas de pronto aparentemente disonantes. Impulsados por el sonido, los bailarines se deslizaban por el escenario siguiendo los pasajes suaves, intrigantes, fuertes y, en ocasiones, escalofriantes que daba la música. Mientras la gente observaba todo esto surgir frente a sus ojos, de súbito tres chorros de agua cayeron al escenario, bañando a los bailarines de pies a cabeza, y así dos veces más. Este inesperado suceso, permitió a los bailarines crear aún más figuras con sus cuerpos y, haciendo uso del agua, formaron figuras, deslizándose por el suelo.
Definitivamente fue un espectáculo sorprendente que mostró por qué Edward Clug está considerado como uno de los más exitosos coreógrafos del mundo, cuyo trabajo se caracteriza por su búsqueda expresionista.