El Gobierno del Estado a través del Instituto Estatal de la Cultura y en colaboración con la Secretaría de Cultura, la Universidad de Guanajuato y el Ayuntamiento de la capital, rendirán un homenaje póstumo a la escritora y periodista guanajuatense María Luisa “La china” Mendoza, a realizarse el próximo 16 de agosto, a las 19:00 horas, en el Teatro Juárez.
Las instituciones reconocen el legado literario que dejó la destacada pluma que vio la luz por primera vez el 17 de mayo de 1931 en la tierra del bajío, y que lamentablemente falleció el pasado 29 de junio del presente año en la Ciudad de México.
La distinguida literata María Luisa Mendoza estudió Letras Españolas en la Universidad Nacional Autónoma de México y Escenografía en la Escuela de Arte Teatral de Bellas Artes.
Inició su labor periodística en 1954 en el periódico Zócalo. Siete años más tarde, en 1961, trabajó para el diario El Día, fundado y dirigido por don Enrique Ramírez y Ramírez. Y después se integró al Excélsior, cuya última participación salió el pasado 23 de junio, una semana antes de su repentina muerte.
En 1972 obtuvo el Premio Bernal Díaz del Castillo y en 2001 ganó el Premio Nacional de novela: José Rubén Romero. También fue Becaria de la Escuela de Escritores y sus mentores fueron destacados escritores del siglo XX como: Juan José Arreola, Juan Rulfo, Salvador Elizondo y Francisco Monterde.
María Luisa “La china” Mendoza dedicó su pluma a escribir cuentos, ensayos, guiones cinematográficos, novelas, reportajes y artículos. «No oigo bien, hablo mal, camino peor. Lo único que me queda es que sé escribir y amar; pero lo último me está negado, entonces me conformaré con escribir, porque lo hago con mucho gusto», dijo en una ocasión para una entrevista realizada por Milenio.
Con el Instituto Estatal de la Cultura a través de Ediciones La Rana, colaboró para la publicación de sus libros: “Ojos de papel volando” (1984) y “Las Cosas” (2013), mismo que presentó ese año en el foyer del Teatro Juárez
En sus recuerdos, fácilmente distinguibles en casi todas las columnas que escribió, plasmaba la nostalgia por su terruño, ese Guanajuato del Jardín de la Unión y del Teatro Juárez:
“Hay edades para los deseos posibles, cosas anheladas con dinero y basta. Según se va creciendo, cambian las ansias… por ejemplo, si eres periodista, sabes, y lo sueñas, que entrevistar a Churchill sería el más grande anhelo posible… o encontrarte en la playa a The Beatles y que como cualquier cosa te dieran la ansiada entrevista en el mejor inglés del rumbo donde nacieron, sin que se te notara el Jardín de la Unión, donde llegaste al mundo frente al Teatro Juárez, dentro de aquella recámara calientita de los cuatro balcones.”
Sobre la muerte dijo: “Me preocupa mucho la muerte. Cómo no, si vengo de un estado de muertos. Las momias, antes, eran nuestros juguetes pues no había vidrios que las protegieran y de niños las picábamos para ver cómo se sentían. Ahora me preocupa mucho el tema por la razón de que estoy sola, toda mi gente ya se murió: Elizondo, Fuentes, Héctor Azar, y me quedé sola.
Yo no me quiero morir, me encanta la vida, la comida, los gusanitos de maguey, los caracoles. Amo el amor, me quiero volver a enamorar, ¡claro que sí!, tengo muchas fuerzas para volverme a enamorar, conozco mucha gente que se quiere morir y va trabajando su tumba. Yo no.”