Palabras MÁS…PALABRAS Menos

Por Iván Juárez Popoca Guerrero.

VEO EL RESENTIMIENTO EN LOS OJOS de aquellos amigos de derecha que niegan que López Obrador haya hecho algo bueno hasta el momento, como que la emoción se impone a cualquier tipo de objetividad y solamente ven los errores del Peje.

Por otra parte, también observo la actitud soberbia e indignada de muchos izquierdistas que ven al presidente como sí fuera un santón, un hombre al que se tiene que apoyar a como de lugar y quien es incapaz de equivocarse. Siendo que ha tenido fallas en el ámbito económico, que no ha respetado promesas como las que les hizo a campesinos morelenses y que, de pronto, sale con absurdos como su solicitud de una disculpa al gobierno español…sin negar que está haciendo cosas positivas que ningún otro mandatario había realizado.

Ambos casos me parecen lamentables y muy comunes en las sociedades de todos los tiempos; por ello la historia, que es escrita por los vencedores, está repleta de buenos y villanos, de claro-obscuros carentes de gris.

La irracionalidad se nota en casos como el pasado incendio de Notre Dame en Francia: muchos enemigos de la Iglesia Católica empezaron a despreciar el hecho, a decir que simplemente se trataba de un edificio, a ningunear una obra de arte e histórica irremplazable, argumentando que más destruían los E.U. en otros países y que no se daban tantas lamentaciones. ¿Es esto propio de seres pensantes? ¿Con el hecho de burlarse de un legado, que no es solamente francés sino de la humanidad, se evitará la barbarie del imperialismo?

Yo no soy católico, pero admiro la belleza arquitectónica y la sabiduría plasmada por la masonería en Notre Dame (a expensas de la opresión de la jerarquía religiosa,) la literatura de Victor Hugo que nos acerca a las maravillas de los símbolos y del amor, más los innumerables acontecimientos acumulados a través de los siglos. ¿No deberíamos lamentar y criticar cualquier tipo de pérdida? Y no importa que no haya yo tenido la oportunidad de viajar a Europa: Notre Dame es mía, Victor Hugo es mío, tanto como la sabiduría Tolteca o las pirámides de Egipto.

Algunas personas de izquierda que yo consideraba “preparadas” llegaron a decirme que puesto que el pueblo no tenía acceso a la cultura que representa la famosa catedral, ésta no tenía tanta importancia, y que era más grave la destrucción de muchas áreas naturales en México y en el mundo. Yo pienso que, exactamente por esa falta de cultura, por la ignorancia y la falta de empatía es que los hombres destruyen su entorno y se destruyen unos a otros. Esos planteamientos me recordaron la quema de libros de los nazis, al grito de “muera la inteligencia”. También son similares al argumento derechista de que no había que apoyar a los inmigrantes sudamericanos porque “primero están los indígenas de nuestro país”. Siendo que no ayudan ni a unos ni a otros. Por otra parte, es verdad que la velocidad con que se hicieron millonarias donaciones para restaurar la catedral francesa, es una muestra de que la pobreza es una decisión política y de la injusticia en el mundo, pero esto no obsta para apreciar que se salve el patrimonio parisino.

Creo que el verdadero problema es el odio que albergamos, la ignorancia, la falta de conocimiento de lo que realmente somos y por ello la falta de comprensión ante los demás.

La ideología se impone sobre la realidad y el resultado es el empoderamien-to de regímenes Stalinistas o Fascistas, dos extremos que se unen a la perfección. Alejandro Jodorowsky hace muy bien al afirmar que se tiene que evitar cualquier tipo de totalitarismo. Al ver los niveles a los que puede llegar la inmadurez de la izquierda, me congratulo de que existan partidos antagónicos que vayan ejerciendo un contrapeso y una vigilancia.

Con todos sus defectos, la democracia es el juego que nos puede permitir sobrevivir, avanzar y no caer en la garras de una Gestapo o de la “Santa Inquisición.”