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Falsa ciencia utilizada para encubrir la verdad ambiental Por: Manuel De la Torre Rivera Un artículo publicado en el periódico La Jornada el pasado 20 de julio del 2019,...

Falsa ciencia utilizada para encubrir la verdad ambiental

Por: Manuel De la Torre Rivera

Un artículo publicado en el periódico La Jornada el pasado 20 de julio del 2019, de la autoría de Silvia Ribeiro que lleva el título Sacrificar la Antártida para salvar el capitalismo, que desenmascara los oscuros intereses que esconden los representantes del gran capital internacional al ofrecer medidas pseudo científicas  que vulneran el delicado equilibrio natural de todo un macro ecosistema como lo es la Antártida, con la pretensión  de detener los efectos del cambio climático que actualmente muestra consecuencias de estar elevando el nivel del mar, amenazando con inundar importantes regiones costeras continentales.

Llama la atención que esos perversos intereses se muestren más orientados a imaginar falsas soluciones como son las propuestas más descabelladas de geoingeniería y manipular a gran escala los ecosistemas de la Tierra para solamente aliviar los síntomas del cambio climático, dejando intactas las verdaderas causas del fenómeno que son las consecuencias de un irracional sistema de vida planetario que dilapida recursos naturales y oculta que el principal motor del cambio climático es el capitalismo industrial basado en un irracional consumo de materias primas y de combustibles fósiles (petróleo, gas, carbón) y un crecimiento demográfico fuera de control.

Para intentar detener las consecuencias del calentamiento global provocado por el consumismo capitalista, propone un grupo de “científicos de geoingeniería” del Instituto Potsdam de Alemania, crear en esa región polar, nieve artificial por decenas de billones de toneladas, lanzarla con cañones que alcancen arriba de 640 metros para superar la altura de los glaciares y depositarla a un ritmo de 10 metros anuales de nieve sobre una superficie de 52 mil kilómetros cuadrados (como toda Costa Rica o más del doble de El Salvador) durante al menos 10 años. O más, si el cambio climático continúa.

Al final del artículo de referencia, comenta la editora:

Es muy preocupante que una institución reconocida, como el Instituto Potsdam, se sume al coro de los proponentes de la geoingeniería –que está bajo moratoria en el Convenio de Diversidad Biológica­–, aun admitiendo que se trata de sacrificar ecosistemas enteros y que los riesgos de fracaso e impactos colaterales son muy graves.

Según el instituto, lo hacen porque aun si se cumplieran las metas del Acuerdo de París, de mantener el aumento promedio de la temperatura a menos 2 grados, la Antártida seguirá derritiéndose y en 200 años Nueva York, Tokio y otras megalópolis desaparecerán. Plantean que entonces los gobiernos tienen que pensar qué sacrificar.

Nosotros creemos existe la solución política y está al alcance de la organización de naciones si fuera posible anteponer los intereses de la humanidad a los del gran capital trasnacional que principalmente desde los grandes países desarrollados defienden a toda costa su decreciente tasa de ganancia sin importarles las injusticias sociales y el daño irreversible que causan a los ecosistemas planetarios. Se ve que por voluntad propia no lo va a hacer la oligarquía del poder, lo cual nos está invitando a la revolución planetaria si queremos sobrevivir como especie, en Suecia ya se empezó con la convocatoria de Greta Thumberg.

 

 

 

 

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