ETERNA JORNADA

Migración, capitalismo y subdesarrollo

Por: Alfonso Díaz Rey

La migración es un fenómeno inherente a los organismos vivos. Por la necesidad de condiciones adecuadas para su supervivencia, tales organismos, del más simple al más complejo, migran de ambientes adversos a otros que reúnan mejores condiciones para su existencia y reproducción.

El ser humano no es la excepción. Aun cuando el desarrollo de su cerebro y su capacidad para producir los elementos necesarios para subsistir lo volvieron sedentario, la necesidad de encontrar mejores condiciones de existencia lo conducen a buscar nuevos espacios que se las proporcionen.

Cuando una sociedad es incapaz de crear las condiciones adecuadas para que sus miembros puedan llevar una vida digna, la migración se convierte en un mecanismo que actúa en dos sentidos; por un lado, en una esperanza de mejora para los excluidos del estado de cosas vigente y, por otro, en un alivio temporal a los problemas producto de esa situación.

Cuando las condiciones adversas para llevar una vida digna son producto, entre otros factores, de la desigualdad social, el despojo, la explotación, la violencia, la pobreza y el subdesarrollo, la migración se convierte en un serio problema que rebasa fronteras nacionales.

En el mundo moderno, en el que prevalece un sistema económico, político y social basado en la ley del más fuerte, el capitalismo, donde la desigualdad, la explotación y el despojo son rasgos que lo definen ^[1], se han creado zonas con un alto grado de desarrollo y amplias zonas con diferentes niveles de subdesarrollo.

Esas diferencias no son causa de características genéticas; son el resultado de un proceso que inició con la expoliación y despojo de recursos a pueblos tecnológica y militarmente más débiles, llevados a cabo por grupos dominantes en regiones que en determinado momento de su crecimiento, durante la fase mercantil del capitalismo, buscaron expandirse mediante la ocupación de territorios ajenos, la subyugación o exterminio de sus habitantes originales y la usurpación de sus riquezas.

La riqueza obtenida de esa manera sirvió para financiar el desarrollo de unas cuantas naciones europeas y sumió en el atraso, la dependencia y la pobreza a grandes regiones de los continentes asiático, africano y americano. Situación que con el advenimiento de la fase imperialista del capitalismo devino subdesarrollo estructural.

Ahora, las condiciones prevalecientes en las regiones y países subdesarrollados se han agudizado al grado que para muchos de sus habitantes no queda más opción que desplazarse hacia países en los que, aparentemente, existen oportunidades de vida y de trabajo que no tienen en sus lugares de origen.

Nuestro país, por tener una extensa frontera con el que se supone el país más rico y poderoso del planeta, es objeto de tránsito de migrantes mexicanos y de otras nacionalidades que van en busca del llamado sueño americano, el que para la inmensa mayoría se transforme en una verdadera pesadilla, sobre todo a raíz de la política migratoria de la actual administración norteamericana.

Y como México mantiene una fuerte dependencia estructural de Estados Unidos, mediante amenazas de diverso tipo le obligan a adoptar medidas contra el flujo de migrantes, medidas que en no pocas ocasiones son violatorias de los derechos humanos más elementales.

No obstante las medidas que implementan países de tránsito y destino de los migrantes, el flujo de estos no se detiene, ni se detendrá en tanto no se atiendan y resuelvan las causas estructurales que la originan.

El primer paso para atacar esas causas es tomar conciencia de ellas y esforzarnos por alcanzar niveles de organización que nos permitan, soberanamente, crear condiciones de vida y de trabajo que eviten la migración forzada por motivos económicos, raciales, religiosos o de otra índole.

Para ello será necesaria la solidaridad y colaboración con otros pueblos hermanos que están en condiciones similares o peores que nosotros; tal necesidad deriva del hecho de que si el capitalismo es el obstáculo que impide el desarrollo del nuestro y de la mayoría de los pueblos del mundo, no hay razón para mantenernos desunidos, que es la condición más favorable para que persista el dominio de unos pocos.

[1] «El capitalismo es un sistema con tendencia a mantener las diferencias de clases y de perpetuar las desigualdades económicas internacionales por vía de un desarrollo que ocurre en forma irregular, desequilibrada y discontinua. Esos caracteres o atributos —engendros de un sistema que transcurre con extensión y larga duración— no pueden sino explicarse a la luz del contexto histórico y geográfico en que se originan y persisten».    Malavé Mata, H. Dialéctica del subdesarrollo y dependencia. Problemas del desarrollo Revista Latinoamericana de Economía, número 12. Instituto de Investigaciones Económicas, UNAM. México 1972, p. 23.