Ciencia, tecnología y desarrollo. Una reflexión
Por: Alfonso Díaz Rey
«Los individuos son tal y como manifiestan su vida. Lo que son coincide, por consiguiente, con su producción, tanto con lo que producen como con el modo de cómo producen. Lo que los individuos son, depende, por tanto, de las condiciones materiales de su producción».
Carlos Marx, Federico Engels. La ideología alemana [1]
Si bien es cierto que el capitalismo en buena medida propició el avance científico y tecnológico, lo es también que el régimen de propiedad privada de los medios de producción y la necesidad del capital por reproducirse favorecieron la desigualdad, característica de ese sistema, el despojo, la devastación de la naturaleza, polarizaron a la sociedad y crearon una enorme brecha en el desarrollo y entre las condiciones de vida de los poseedores de la riqueza y quienes tienen que vender su fuerza de trabajo para poder vivir.
Esa brecha y la polarización se dieron a nivel de países y al interior de los propios países capitalistas, situaciones que con el paso del tiempo en vez de reducirse han tendido a ensancharse y agudizarse.
Cuando los avances científicos y tecnológicos se utilizan en función de la obtención de ganancia, de manera general ocurren, entre otras cosas, aumentos en la producción de bienes y servicios, mayor generación y concentración del capital, una mayor explotación de la fuerza de trabajo y de la naturaleza, contaminación, anarquía en la producción, el desplazamiento de mano de obra por maquinaria y dispositivos automáticos e incremento del desempleo y subempleo.
Los efectos de ese modo de producción no quedan ahí. El aumento del número de desempleados y subempleados se refleja en la disminución del número de potenciales consumidores, lo que a su vez conduce a un menor consumo de bienes y servicios y al crecimiento de inventarios por el carácter anárquico de la producción, lo que sumado a otros desequilibrios genera las condiciones que desembocan en crisis económicas; crisis que con la agudización de las contradicciones del sistema capitalista en casi todos los aspectos de la vida, devino estructural y casi permanente.
Y el sistema pasó de ser, en otro tiempo, un campo propicio para el aprovechamiento de los avances científicos y tecnológicos, a un obstáculo para su desarrollo y aplicación debido a la caída de la tasa de ganancia, causada por el incremento del capital fijo invertido en esos rubros; de ahí que nuevos inventos y desarrollos en ciencia y tecnología que pudieran mejorar la calidad de vida de los seres humanos y de su entorno no se utilizan, porque los señores capitalistas primero piensan en sus ganancias.
Por poner un ejemplo, en el campo de la salud, la política de los monopolios farmacéuticos se enfoca más en administrar las enfermedades que en erradicarlas; para ellos es prioritario recuperar sus inversiones y obtener ganancias de sus investigaciones y mientras más enfermos haya, mayores serán sus ganancias; razón por la que, en unión a las grandes empresas aseguradoras, impulsan la privatización de los servicios públicos de salud y seguridad social.
La búsqueda por recuperar la tasa de ganancia a niveles atractivos para los capitalistas fue, entre otros, uno de los factores para la imposición de las medidas neoliberales, porque la única vía para esa recuperación era mediante la reducción de los costos de la fuerza de trabajo, el salario de los trabajadores, incluidos sus derechos y conquistas laborales, lo que llevó una mayor explotación y a la precarización del empleo y el salario; al mismo tiempo se incrementa la pobreza y el despojo de territorios y riquezas a los pueblos y la devastación de la naturaleza como nunca antes se había dado.
Imaginemos (soñar es el primer paso para hacer realidad una utopía) una sociedad en la que la ciencia y la técnica estén al servicio de sus miembros y que estos, en virtud de los avances científicos y tecnológicos, tuvieran pleno empleo, jornadas de trabajo cada vez menores y, por lo tanto, más tiempo para dedicarlo a la educación, a la cultura y las artes, la recreación y aun al ocio. En esa sociedad, en la que necesariamente se impulsarían la solidaridad, la equidad, la seguridad social, la cooperación, la propiedad social y el respeto y cuidado de la naturaleza, se erradicarían la desigualdad, la pobreza, la ignorancia, la violencia, muchas enfermedades que ahora solamente se «controlan» y, en fin, muchos de los males, vicios, perjuicios y prejuicios que nos aquejan.
El primer paso en la búsqueda de esa utopía podría ser identificar y conocer qué y quiénes obstaculizan el desarrollo del nuestro y de otros pueblos, además de qué sectores de la sociedad pudieran participar activamente en esa búsqueda; paralelamente, desplegar un esfuerzo serio de concientización y organización en pos de la mayor unidad posible para llevar a cabo esta empresa. Una vez que hayamos tomado la decisión de emprender el camino hacia esa utopía, serán la voluntad y la inteligencia colectivas las que decidan las formas y los tiempos.
La transformación de este mundo en uno mejor no es tarea de individuos sino de pueblos conscientes, decididos y organizados.
[1] Marx, C. y Engels, F. Obras escogidas Tomo I. Editorial Progreso, Moscú, 1976, p. 16. (La Ideología alemana. Cap. I).
El presidente AMLO se declaró enemigo del NEOLIBERALISMO SALVAJE y con eso basta para justificar su estancia en Palacio Nacional.