Desde antes de la elección de 2018, existe un rumor intenso, jamás confirmado, sobre un pacto de impunidad entre el gobierno de Enrique Peña Nieto y el de Andrés Manuel López Obrador, la conspiración se alienta en torno al expresidente que habría pavimentado el camino del hoy presidente sin intervenir jamás contra su campaña pero, mucho más, haciéndole a Morena el trabajo sucio para desacreditar, mediante el uso faccioso y artero de la PGR, al que fuera el único candidato con posibilidades, ciertamente muy mínimas, de haberle hecho frente a la ola antisistémica, Ricardo Anaya.
Nada de esto pasa de la especulación y la teoría de la conspiración, empero, con la orden de aprehensión librada contra Emilio Lozoya y congelada, de momento, vía un amparo judicial, los rumores de la conjuración vuelven al debate público.
¿Se habría roto el pacto de impunidad?, ¿será que las afrentas y las reyertas palaciegas terminaron con el mismo?, ¿alguien “cruzó” una línea que no debía cruzar y ha puesto al Presidente en un predicamento?, ¿hay fallas en el proceso de manera intencional?, ¿es una cortina de humo para distraer a la opinión pública de la crisis de salud, el declive económico y la inseguridad que azota la nación?
Seguramente, no lo sabremos nunca, esas cosas rara vez pueden confirmarse más allá de las conjeturas públicas que se derivan de señales políticas muy claras.
Llama la atención, empero, el hecho de que pareciera existir una distancia entre la Unidad de Inteligencia Financiera y la Fiscalía General de la República, como si la relación entre Hacienda y la FGR no estuviera del todo armonizada, peor, como si las acciones emprendidas no fueran unísonas sino una serie de bandazos independientes.
Santiago Nieto, en la UIF, ha hecho su trabajo, rastreó las cuentas y presentó evidencias suficientes para que los jueces obsequiaran las órdenes de detención contra el dueño de Altos Hornos de México, Alonso Ancira, y el ex director de Pemex Emilio Lozoya.
Toca a la Fiscalía de Alejandro Gertz dar fuerza a la representación social contra la corrupción y armar un expediente tan sólido, con los datos e investigaciones aportadas por la UIF, contra quien tope en las responsabilidades que, hoy hipotéticamente, defraudaron al erario.
La caja de Pandora ha sido destapada, los monstruos que saldrán de ella abarcan mucho más que la simple compra de Agronitrogenados por Pemex, el cancerbero protege al basilisco llamado Odebrecht que ha terminado con muchos presidentes del mundo en la cárcel…
Si cae Lozoya, no caerá solo y muchos caminos apuntan al mismo destino: Enrique Peña Nieto.
Solo el tiempo revelará si ese pacto de impunidad existió realmente o si la historia quedó solamente en grandes novelas de ficción literaria.
FUENTE: EL UNIVERSAL.
