Por: Manuel De la Torre Rivera
Está probado por la experiencia que el sistema socioeco
nómico dominante, el capitalista es depredador de los recursos naturales del planeta, como lo demuestra el agotamiento de uno de los recursos no renovables más importante para el industrialismo del siglo XX, el petróleo, que lo consumió en poco más de un siglo, un recurso que para su formación llevó a la naturaleza decenas de millones de años, provocando con su uso gravísimos problemas ambientales con sus desechos como es el calentamiento global y el cambio climático, además de estar detrás de abyectos intereses de dominio que han promovido dos guerras mundiales y muchas guerras de intervención y saqueo en múltiples naciones del tercer mundo.
Con lo ya dicho debiera ser suficiente para revisar la prevalencia de un sistema que está causando graves daños a la humanidad y a toda la biodiversidad planetaria, además de generar graves desequilibrios sociales y sanitarios como son la pobreza extrema de miles de millones de habitantes, concentración de la riqueza en muy pocas manos y la aparición más frecuente de pandemias que afectan la salud y la economía, como es el caso de la actual por el coronavirus Covid-19.
Nos dice Silvia Ribeiro, investigadora nacida en Uruguay que vive en México hace más de tres décadas, es la directora para América Latina del Grupo de Acción sobre Erosión, Tecnología y Concentración (ETC), con estatus consultivo ante el Consejo Económico y Social de Naciones Unidas:
“Es una cepa -la que da origen a la declaración de pandemia actual- de la familia de los coronavirus, muy posiblemente de origen animal, que provoca enfermedades respiratorias generalmente leves, pero que pueden ser graves para un porcentaje de los afectados, debido a su vulnerabilidad. Forma parte de una familia amplia de virus, que como todos muta muy rápidamente. Es el mismo tipo de virus que dio origen al síndrome respiratorio agudo severo (SARS) en Asia, y al síndrome respiratorio agudo de Oriente Medio (MERS)”.
Rob Wallace, un biólogo que ha estudiado durante 25 años las pandemias de un siglo, y que es también filo geógrafo, por lo que ha seguido el trayecto de las pandemias y los virus, dice que todos los virus infecciosos de las últimas décadas están muy relacionados a la cría industrial de animales.
Estos centros industriales de cría de cerdos, de pollos, y de pavos, muy hacinados, crean una situación patológica de reproducción de virus y bacterias resistentes. Pero además, están en contacto con seres humanos que los sacan a las ciudades. También la mutación de algunos virus de animales silvestres los transmite debido a la destrucción de los hábitats naturales de esas especies, que se desplazan hacia otros lugares. Los animales silvestres pueden tener un reservorio de virus, que dentro de su propia especie están controlados, existen, pero no están enfermando a los animales, pero pueden fragilizar al ecosistema receptor.
Algo similar ocurrió con el virus de la viruela negra que trajeron los españoles a Mesoamérica provocando una mortandad superior a los diez millones de nativos. Hay una cantidad de vectores de enfermedades que llegan a sistemas de hacinamiento en las ciudades, sobre todo en las zonas marginales, como ocurre con el anormal fenómeno migratorio impulsado por las guerras en múltiples regiones del planeta.
Como podemos ver la alteración del hábitat, el ambiente y las guerras son fenómenos de origen antropogénico, por la acción del hombre, y en consecuencia puede promover la mutación de nuevos virus y en el futuro, nuevas pandemias pueden desarrollarse. Además de cuestionar las causas, habría que cambiarlas. Y cambiarlas cuestiona las bases mismas del sistema capitalista.
Salamanca, Gto., 18 de octubre del 2020.