Hace dos años, Melisa, una joven salmantina de 20 años, salió de su trabajo ubicado en la zona centro, desde ese día, su familia no sabe nada de su paradero y entre más pasa el tiempo más crece el dolor y la incertidumbre, principalmente para su progenitora quien se hace responsable de la nieta que le dejó su hija desaparecida.
Para la madre de Melisa, no saber nada de su hija le ha provocado descopensaciones en bienestar emocional y en su salud física, la espera ha sido infinita y el no dar con su paredero le quita el sueño.
El 27 de agosto del 2018 se ingresó el número de carpeta 88832 y después de 23 meses de espera, no hay resultados de la investigación que prometió la Fiscalía General del Estado de Guanajuato.
Tener a un familiar desaparecido, es uno de los sufrimientos más dolorosos por los que puede pasar un ser humano, tener que soportar los prejuicios de la sociedad y estar en espera desesperada de ver llegar a una hija desaparecida es un calvario para cientos de familias, igual como le sucede a la madre de Melisa.
De acuerdo con datos de transparencia de la Fiscalía General del Estado, en Guanajuato se registraron 2 mil 104 personas desaparecidas de enero a septiembre y mil 175 más se registraron hasta el 31 de diciembre del 2019, es decir, por lo menos 3 mil 279 personas estaban desaparecidas el año pasado y a esa cifra se le deben sumar los que se han registrado durante el 2020.
Como en este caso, hay cientos de personas que sufren las consecuencias de la violencia y la inseguridad que se vive en esta entidad, hay miles de personas que no consiguen la tranquilidad, que esperan respuestas, que claman encontrar a sus seres amados y que no han encontrado un refugio, una esperanza, ni una respuesta, mientras el tiempo pasa, las familias están simplemente en espera de algún día ver que su familiar cruza la puerta de casa.