Por: Velio Ortega Delgado
“No hay que quedarse en la indignación; indignarse sin ir más allá no sirve, no trasciende. Hay que actuar en la fe…”.
Foto: Cuartoscuro
Así expresaba el sacerdote que oficiaba la misa de cuerpo presente que se llevaba a cabo en la calle Cruz Roja. El cuerpo presente era el de Israel Vázquez Rangel y los que habrían de tomarle la palabra fueron reporteros y reporteras del estado de Guanajuato. Tomaron acción en la fe, pero no en la fe religiosa, sino en la fe por la libertad de expresión. Las lágrimas contenidas atrás de lentes, micrófonos y teléfonos celulares habrían de convertirse en gritos de rabia, de protesta; de indignación con demandas, condenas y repudios.
La prensa solidaria
Diez de la mañana, calle Cruz Roja. El barrio rendía homenaje el joven periodista de 31 años de edad. Un féretro de madera cubierto con flores era flanqueado por una foto de Israel, que lucía su camisa verde la Fiera, con cuya bandera habrían de cubrirlo antes de llevarlo a lo que el lugar común llama “la última morada”.
Ahí estuvo con él su gremio, con chamarras y chalecos que lucían logos de diferentes medios. Ahí estaba el gremio, que no rezaba porque su voz preparaba el grito y la consigna.
Y así fue. Aún se sentía en el ambiente la imagen de Karla Silva, golpeada el 4 de septiembre de 2014 y cuya agresión, ordenada por el presidente municipal de Silao, movió a ese gremio periodístico que da voz a todo mundo y que pocas veces la alza para defender a los suyos. Esta vez fue aún más grave: hay un caído… un caído para siempre.
En la vieja Xidoo
“Soy de un lado de León: Salamanca, dulce nido”, reza el corrido. Esta vez el nido no fue dulce. En la plaza, periodistas de Salamanca, León, Irapuato, Guanajuato, Celaya y otros municipios acudieron a la cita. Había dos grupos: los que iban con ánimo de mera cobertura, por la noticia nada más, y los dispuestos a ser noticia.
Y así fue: colocaron en muros y pilares del viejo palacio municipal fotos de Elhiú Ojeda Vallejo, quien fuera joven reportero, asesinado en agosto de este año. Era en ese momento vocero de la fiscalía del estado y su cuerpo apareció en esta zona, rumbo a Celaya; crimen que hasta ahora no ha sido resuelto.
También estaba la foto de Víctor Manuel Jiménez, reportero de la página Rotativa Digital Guanajuato, que da cobertura a Celaya y su zona metropolitana y que está desaparecido desde el 1 de noviembre.
La presidenta municipal, Beatriz Hernández, estaba en gira de trabajo y dio tiempo a que el gremio se organizara… y a que de la pesadumbre sentida en el sepelio se pasara a una creciente indignación.
Las consignas de “¡Justicia para Israel!” y “¡Ante sus balas, nuestra palabra!” comenzaron a resonar, entre carteles y pancartas improvisadas.
Bocas cubiertas, voces abiertas
Pasado el mediodía llegó la alcaldesa. El gremio se apiñó en un salón con la sola defensa de sus cubrebocas; la distancia no podía ser sana de ninguna manera. La indignación y la rabia habían estallado. La demanda de justicia en voz de la periodista Verónica Espinosa y la exigencia de que los tres niveles de gobierno deberían coordinarse para resolver el crimen y combatir la inseguridad, en voz del periodista Carlos García, ya eran parte de la postura gremial.
La primera pregunta fue directa: ¿cuánto tiempo tardó la policía preventiva en llegar al lugar del crimen?
Beatriz Hernández, que transmitía por internet el encuentro con la prensa aprovechó para señalar el “abandono” del gobierno del estado. No pudo ni terminar su partidista mensaje: los señalamientos de que “no se sacara la vuelta”, no partidizara y que asumiera una postura clara de garantía del ejercicio periodístico en el municipio hicieron de la reunión un maremágnum de voces y gritos.
La funcionaria dijo que el debido proceso impide decir cuánto tiempo pasó entre la llamada a la policía y su arribo al lugar y reiteró una y otra vez que la preventiva y otras corporaciones llegaron y hallaron los restos humanos reportados y el cuerpo herido de Israel. para los reporteros, la hipótesis es que Israel llegó al lugar de los hechos antes que una policía que deliberadamente o por ineptitud tardó. La alcaldesa, por su parte, insinuó una imprudencia del reportero. El diálogo se entrampó y ante la presión de los medios, lanzó la bola a otro campo: que lo diga y explique la Fiscalía General del Estado.
Ante la postura de la alcaldesa, surgió otro señalamiento específico: dejar de hostigar a El Salmantino, medio digital que ha sido crítico de las últimas administraciones municipales, emanadas de diferentes partidos.
Karla Montenegro, jefa de información del portal en el que Israel laboraba y de cuyo auto con logo del medio descendió sólo para ser acribillado, amplió el reclamo. Luego se sumó Meganoticias y le siguieron otras voces.
Ante la insatisfacción a sus demandas, bajo el coro de consignas, el gremio abandonó la sala, ante la mirada adusta de Malú Micher y la impasible Antares Vázquez, quienes desde sus computadoras presenciaron en silencio cómo su correligionaria era apabullada por la prensa.
Atrás de la alcaldesa, en el muro de la sala, a pesar de la resistencia de una empleada de la presidencia municipal, reporteras colocaron pancartas y carteles. Al frente, junto a la mesa, estaba la foto de Israel.
Beatriz Hernández despegó las improvisadas cartulinas y las quiso entregar a una reportera, quien respondió con voz alta y firme: “se las regalo; guárdelas, para que no se le olviden, que le queden de recuerdo”.
Las voces respondieron a las balas con “¡Justicia para Israel!”. Beatriz Hernández quiso sumarse al grito, pero las miradas fulminantes la callaron.
Los ojos que hacía unas horas lucían rojos de llanto, ahora brillaban con la protesta. La siguiente parada sería la Fiscalía General del Estado y el gobierno estatal. De la indignación se pasó a la acción.