Ni su enfermedad hizo que Dulce perdiera las ganas de vivir.
Este sábado 15 de febrero se conmemoró el Día Internacional de la lucha contra el cáncer infantil y en ese marco Any Maciel lleva a cabo diversas acciones para poder regalarle a niños enfermos unos días de alegría y felicidad.
Apenas, hace tres años que Dulce se fue al cielo y Annie su mamá platica la historia de una guerrera que nunca dejó de sonreír, incluso hasta el último momento fue una niña llena de fortaleza.
Dulce María Montenegro Pérez era una pequeña saludable, llena de vitalidad, sonriente con ojos encantadores, recién cumplió 12 años en el 2016 y al poco tiempo comenzó con dolores de cabeza y de garganta, la respuesta de los médicos fue que era solamente una infección, con un tratamiento terminó su malestar, pero ese mismo año, en el mes de agosto, los síntomas se fortalecieron, aumentaron, permanecían los dolores de cabeza y la tos, eso la lleva a urgencias y los estudios indicaban que se trataba de un asma que poco a poco parecía mejorar con un nuevo tratamiento pero, poco tiempo después presentó dificultar para comer y posteriormente regresó a urgencias en donde le detectaron un nódulo en la tiroides, en esta etapa le dieron un nuevo tratamiento y todo parecía estar bajo control pero la tos no cesaba y no le permitía comer ni dormir,
Durante el mes de septiembre la sometieron a un tac de tórax y le descubren una masa en mediastino por lo que tendrían que realizarle cirugía de inmediato, al poco tiempo le dieron la noticia, le habían detectado cáncer.
Nada era igual, la vida se detuvo en un santiamén y parecía que perdían las sonrisas.
Así fue como cada 15 días visitaban el hospital para las quimioterapias, al poco tiempo el cabello de Dulce comenzó a caerse poco a poco y para ellas fue la primer tortura psicológica, así llegaron entonces otros males, anemia, baja de plaquetas, náuseas, y día a día de sus vidas, sucedía lo mismo, pero eso no hizo que Dulce perdiera las ganas de vivir, su aliento era de esperanza, era esa niña hermosa, transparente y fuerte que continuaba firme y fiel al amor, a la familia y a la vida.
Cuando se sentía mejor asistía a la escuela y jamás dejó de ser feliz.
Llegaron las sesiones de radioterapia y después de 12 meses de una lucha incansable, constante y enérgica, se terminó lo que llamaban “monstruo”, pero, lo que creían que sería la última etapa, repercutió en ver el desenlace, Dulce voló al cielo el 25 de noviembre del 2017 a las 6:45 am.
A pesar de todo el dolor, de esa pérdida irreparable, su madre, no se dio por vencida, no reclamó, por el contrario, comenzó su legado, la herencia para muchos, porque el corazón de quien le dio la vida es grande y entonces en honor a Dulce María, decidió emprender un sueño, su mamá comenzó a hacer lo que ella llama un duelo y homenaje, valientemente de alegría y no de desconsuelo.
Es así como Dulce María llegó a hacer felices a muchas personas y se fue para seguir dando felicidad y para unir almas, bondad y corazones, como su propia madre lo dice “Fue elegida para ser semilla de amor” y ahora, desde el cielo, ilumina vidas y sonrisas de muchos pequeños.
17/02/2020
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