Por: Arnoldo Cuéllar/ PopLabMX
A escondidas, lo más lejos posible de una pulcra operación pública, Diego Sinhue fondeó con $55 millones en dinero público al comité de la Feria de León, para comprar un lote de 5.8 mil m2 del predio donde se ubica el estadio de la ciudad.
Estadio León: el negocio de Diego Sinhue, Juan Carlos Muñoz y Jorge Torres
A escondidas, lo más lejos posible de una pulcra operación pública, el gobernador del estado Diego Sinhue Rodríguez fondeó con 55 millones de pesos de dinero público al comité de la Feria de León, encabezado por Juan Carlos Muñoz y Jorge Torrespara comprar un lote de 5.8 mil metros cuadrados del predio donde se ubica el estadio de la ciudad.
La primera ocasión que Sinhue anunció la decisión de comprar el estadio ganado en un juicio por el ex directivo del León Roberto Zermeñoy el empresario celayense Héctor González, durante el último Sapica, la respuesta fue un repudio casi unánime de la opinión pública de la ciudad, incluyendo al ayuntamiento panista.
Probablemente fue ese rechazo lo que motivó que la compra se haya realizado de manera subrepticia, al mejor estilo de los gobiernos de Juan Manuel Oliva y Miguel Márquez, que quedaron marcados por el sello de la corrupción.
Es inconcebible que solo se haya adquirido un predio que está aislado de la feria y separado por el estadio León, con el pretexto de realizar infraestructura para prevención y seguridad, así en abstracto.
Es más probable que el pago exprés de 55 millones de pesos realizado hace 10 días no sea más que el anticipo de los 500 millones que pretenden los audaces jugadores que son Zermeño y Gonzalez por las 6 hectáreas del polígono del estadio.
¿Es tan urgente reforzar la feria de León cuando aún no salimos de la pandemia, aún no regresan los estudiantes a las aulas y el sistema de salud ha mostrado su precariedad?
Además, ¿por qué hacerlo de la peor forma posible, escamoteando la información a la población?
El PAN de 30 años muestra un olvido total de su ADN democrático y ciudadano con el que resistió 50 años de autoritarismo y de corrupción priista. Bastaron unos cuantos años de poder para vencer sus valores ancestrales.
Con esas credenciales, difícilmente pueden postularse como la alternativa ante el peligro de un nuevo autoritarismo.