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Árboles, sociedad y cambio climático Por: Alfonso Díaz Rey* Nuestro planeta padece los efectos de una crisis climática que, junto con otros impactos altamente adversos de la actividad humana,...

Árboles, sociedad y cambio climático

Por: Alfonso Díaz Rey*

Nuestro planeta padece los efectos de una crisis climática que, junto con otros impactos altamente adversos de la actividad humana, amenaza la existencia de numerosas especies de seres vivos, humanos incluidos. Paradójicamente, quienes nos creemos en la cúspide de la evolución de la vida, los seres humanos, hemos sido los causantes de esta crisis y del grave peligro que representa.

Sin embargo, el grado de responsabilidad que como individuos o sociedades nos toca o se pretenda asignarnos, no es ni puede ser el mismo. Las sociedades de consumo y los individuos que pertenecen a los grupos dominantes en aspectos sociales, económicos y políticos, son quienes en grado superlativo han contribuido a conducir al mundo a tal situación.

Aun cuando desde hace más de medio siglo se tiene conocimiento de los peligros que acarrean las irracionales afectaciones al ambiente, y a nivel internacional se han intentado medidas y acciones para reducirlas, mas no a evitarlas, la realidad es que la salud ambiental del planeta ha experimentado un continuo y acelerado deterioro

Una de las razones por las que este problema enlugar de resolverse se acentúe es que las «soluciones» son elaboradas con base en las concepciones de la realidad, el mundo y la sociedad de quienes lo provocaron, por ello la incapacidad e imposibilidad de resolverlo.

De ahí que las medidas y acciones que se emprenden van dirigidas, en primer lugar, a preservar el estado de cosas que permita la continuación y reforzamiento del dominio de los grupos hegemónicos y a hacer creer al resto de la sociedad que su política en tal sentido es la correcta y sus opciones para enfrentar el problema son las mejores. La terca realidad, para desgracia nuestra, nos muestra lo contrario.

Tal es el caso del impulso casi generalizado a la siembra de árboles, que asociada a otras medidas como el apoyo a comunidades que los cuidarán, la transición energética, la ayuda a agricultores para garantizar la producción de alimentos y algunos proyectos de geoingeniería, medidas todas ellas diseñadas y controladas desde los centros de poderpara mantener su hegemonía.

Nadie duda, a riesgo de ser calificado como necio e ignorante, de la enorme importancia que para la vida en general tienen los árboles. Extender las áreas arboladas debiera ser una ocupación constante en todos los lugares posibles del planeta; sin embargo, hemos visto cómo la tala inmoderada, la deforestación para utilizar la tierra en cultivos industriales u otros usos, las sequías y los incendios forestales, entre otros fenómenos, reducen año con año la extensión de las zonas de selvas y bosques. Esos fenómenos, algunos en apariencia «naturales», son producto de la búsqueda de ganancias a costa de la naturaleza. Además, los beneficios ambientales de la siembra de árboles se presentan siempre a largo plazo.

Medidas como la siembra masiva de árboles se implementan para capturar carbono. Quienes las llevan a cabo lo hacen con el fin de obtener autorizaciones para generar emisiones, en forma de dióxido de carbono u otros gases de efecto invernadero, equivalentes a la cantidad que se supone capturarían los árboles sembrados, lo que convierte a esa siembra en una inversión para obtener más ganancias. Esa es la óptica ambiental desde la visión capitalista.

La siembra masiva de árboles debe impulsarse, pero desde otra visión, una en que los negocios y la ganancia en términos monetarios estén ausentes y sus objetivos se enfoquen a mejorar de la salud del planeta, al bienestar y desarrollo de la humanidad y, por consiguiente, a preservar la vida en las mejores condiciones posibles.

La presente crisis climática fue generada, se desarrolló y agudizó en el seno del capitalismo como sistema económico político y social; desde la visión y concepciones de este sistema será imposible resolverla, lo que está históricamente demostrado. Por ello urge a la humanidad reconsiderar y cambiar el tipo de sociedad bajo la que actualmente vive y redefinir prioridades, entre las que la vida debe tener el más alto valor, así como los derechos e intereses de las mayorías. Solo de esa manera se podrá enfrentar realmente y resolver este y los más graves problemas que como humanidadpadecemos.    

Salamanca, Guanajuato, 30 de abril de 2021

* Miembro del Frente Regional Ciudadano en Defensa de la Soberanía, en Salamanca, Guanajuato.

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