En un sorprendente giro político, Beatriz Hernández y Justino Arriaga, destacados panistas, emergen como la vanguardia del PAN en su intento por tomar control de Morena.
A pesar de su historial de críticas hacia Morena, ambos políticos ahora se presentan como «aliados» del partido guinda. El cambio estratégico revela una táctica clara del PAN para consolidar su influencia en un partido que una vez cuestionaron.
La frase «Uno siempre vuelve al lugar donde fue feliz» adquiere una nueva dimensión al observar la presencia persistente de la identidad panista en Justino Arriaga. Su conexión arraigada con Acción Nacional sugiere que, subconscientemente, aún se alinea con los valores y colores de su antiguo partido.
Este cambio estratégico no solo apunta a la preferencia ciudadana y al crecimiento de Morena, sino que revela las verdaderas intenciones del PAN de apoderarse del partido guinda. La ausencia de discursos negativos y la adopción de un tono positivo hacia Morena evidencian una estrategia orientada a conquistar puestos clave en el estado.
En este juego político, los ciudadanos son los principales afectados, enfrentándose a las consecuencias de una estrategia que prioriza el poder sobre los principios, resaltando la clara intención del PAN de expandir su influencia dentro de Morena.