Con el corazón lleno de esperanza y alegría, Sandra y Oliver celebraron haber vencido a la leucemia en una emotiva ceremonia organizada por la Asociación Mexicana de Ayuda a Niños con Cáncer (AMANC) en el Hospital General de Celaya. La conmovedora celebración reunió a familiares, amigos y al equipo médico, todos unidos para acompañarlos en el momento en que tocaron juntos la “campana de la victoria”, símbolo de que su lucha finalmente ha llegado a su fin.

Bajo una leyenda que reza “Porque amamos la vida, creemos que el cáncer es un proceso de aprendizaje y crecimiento, en el que transformamos el dolor en amor”, Sandra y Oliver compartieron sus palabras de agradecimiento y mensajes de esperanza.

Sandra, de 22 años, fue diagnosticada a los 14 y hoy, después de más de siete años de lucha y de cinco de vigilancia médica, es una orgullosa sobreviviente. Con una sonrisa que reflejaba su fuerza y su fe, Sandra animó a otros jóvenes en tratamiento: “Si se va a poder, mientras ustedes confíen en Dios y en su familia. Échenle ganas, encomiéndense a Dios, a la virgencita. Yo quiero agradecer mucho a los doctores y enfermeras por todo el apoyo que nos dieron”, dijo, entre lágrimas de gratitud.

Oliver, quien fue diagnosticado a los 6 años y hoy, a sus 13, celebra una vida llena de oportunidades, también dedicó unas palabras a quienes han estado a su lado. “Agradezco a todos los que siempre estuvieron con nosotros apoyándonos. A los doctores, enfermeras, vecinos, amigos, familia y a todos los que nos apoyaron, les tengo mucho que agradecer. En lo que les pueda ayudar, me ofrezco para apoyar también a los que están pasando por esta situación difícil”, expresó, con una valentía que conmovió a todos los presentes.

El director del Hospital General de Celaya felicitó a los dos jóvenes, destacando su valentía y fortaleza. Al final, en medio de aplausos y porras, Sandra y Oliver tocaron la campana, sellando una nueva etapa en sus vidas y recordándonos a todos que, incluso en los momentos más difíciles, siempre existe la esperanza.

Esta ceremonia es una poderosa inspiración y un recordatorio del valor de la vida, del apoyo de quienes nos rodean y del poder de la fe y la perseverancia.