En el corazón de Salamanca, un hombre de 58 años, Don Onésimo, espera con fe en la generosidad de su comunidad. Ha decidido emprender un nuevo camino, dejando atrás problemas familiares, y ahora busca reconstruir su vida con el apoyo de quienes lo rodean.
En su modesta morada, solo tiene lo esencial: un poco de ropa, una improvisada cama, su fiel compañera «Meche» y un crucifijo que le da esperanza en los momentos difíciles. Con valentía, comparte sus necesidades con la esperanza de recibir una mano amiga que le permita vivir con dignidad.
Don Onésimo se gana la vida recolectando plástico PET, un trabajo honesto pero incierto que le brinda lo necesario para sobrevivir. Sin embargo, en los últimos tiempos, la fortuna parece haberle dado la espalda. A pesar de su esfuerzo, se encuentra en una situación precaria, necesitando de la ayuda solidaria de sus conciudadanos.
La calle Santa Carolina, en la colonia El Pitayo, es el lugar donde Don Onésimo espera con humildad el gesto bondadoso de aquellos que deseen acercarse para brindarle su apoyo. Su vecina, Rossy, una mujer de corazón noble, está siempre dispuesta a canalizar la ayuda y a compartir lo que tiene con este hombre necesitado.
La lista de necesidades de Don Onésimo es sencilla pero vital para mejorar su calidad de vida: desde prendas de vestir hasta elementos básicos para su hogar. Cada gesto de solidaridad, ya sea en forma de donación material, trabajo digno o simplemente un momento de comprensión y empatía, será recibido con gratitud y bendiciones por parte de este noble hombre.
En manos de la comunidad salmantina está cambiar la realidad de Don Onésimo. Cada acto de bondad es una semilla que germina en el corazón de quien la recibe y enriquece el tejido social de nuestra ciudad. Recuerda que cuando extendemos una mano a quien más lo necesita, estamos construyendo un mundo más humano y compasivo para todos.