En el complejo sistema de nuestro cuerpo, las arterias juegan un papel vital en el suministro de sangre oxigenada a cada célula, tejido y órgano. Sin embargo, este flujo vital puede verse comprometido por la acumulación de placa, un proceso insidioso que puede pasar desapercibido durante años hasta que se manifiesta como una enfermedad cardiovascular.
La formación de placa en las arterias es un proceso gradual y complejo que comienza con la irritación o daño en la capa interna de los vasos sanguíneos, conocida como endotelio. Este daño puede ser causado por múltiples factores, como la hipertensión arterial, el tabaquismo, el colesterol elevado y la diabetes. Una vez que el endotelio está dañado, las partículas de colesterol LDL, comúnmente conocido como «colesterol malo», pueden infiltrarse en las paredes arteriales y acumularse.
Con el tiempo, estas partículas de colesterol se oxidan y se combinan con otras sustancias, como células inflamatorias y calcio, formando una placa aterosclerótica. Esta placa es una masa pegajosa y fibrosa que se adhiere a las paredes internas de las arterias, estrechándolas y endureciéndolas. Como resultado, el flujo sanguíneo se ve obstaculizado y, en casos graves, puede provocar la obstrucción completa de la arteria, lo que puede causar un ataque cardíaco o un accidente cerebrovascular.
La acumulación de placa en las arterias es un proceso lento y progresivo que puede pasar desapercibido durante años. Muchas personas no experimentan síntomas hasta que la obstrucción arterial es significativa y el flujo sanguíneo se ve severamente comprometido. Por esta razón, es fundamental mantener hábitos de vida saludables y realizar controles médicos regulares para detectar y tratar cualquier problema arterial en sus etapas iniciales.
La acumulación de placa en las arterias es un proceso complejo que puede tener graves consecuencias para la salud cardiovascular si no se aborda adecuadamente. Adoptar un estilo de vida saludable y estar atento a los factores de riesgo cardiovascular puede ayudar a prevenir la formación de placa y mantener las arterias libres y saludables, asegurando así un flujo sanguíneo óptimo a todos los órganos y tejidos del cuerpo.