Miles de cubanos se congregaron el pasado viernes por la tarde frente a la Embajada de Estados Unidos en La Habana, en una manifestación convocada por el presidente Miguel Díaz-Canel. Los participantes salieron a las calles para protestar contra las sanciones impuestas por el gobierno estadounidense y para exigir que Cuba sea retirada de la lista de países considerados como patrocinadores del terrorismo por Washington. La marcha fue una clara expresión de rechazo a las políticas de hostilidad que, según los manifestantes, han perjudicado gravemente a la isla, especialmente en el ámbito económico y social.
Poco antes de la manifestación, Díaz-Canel había declarado que la situación económica de Cuba era muy difícil, con la economía funcionando de manera muy limitada y dependiente de los recursos disponibles «día a día». El presidente cubano también advirtió que se esperaba un aumento de la presión y la hostilidad por parte de Estados Unidos, especialmente con la llegada de un nuevo mandato republicano que, según él, podría intensificar las sanciones y otras medidas coercitivas contra el país.
Durante su intervención en el acto, Díaz-Canel destacó la necesidad de que Estados Unidos respete la soberanía de Cuba y detenga las políticas que considera injustas. En su discurso, hizo un llamado a poner fin al bloqueo económico, que ha estado en vigor durante más de seis décadas, y a las acciones unilaterales que, según el gobierno cubano, han generado sufrimiento en la población. «Hoy marchamos para exigir que dejen al pueblo cubano vivir en paz», expresó el mandatario, haciendo un enfático rechazo a cualquier tipo de injerencia externa en los asuntos internos del país.
La manifestación fue encabezada no solo por Díaz-Canel, sino también por el líder histórico de la Revolución, Raúl Castro, quien sigue siendo una figura de gran influencia dentro del Partido Comunista de Cuba. A lo largo del recorrido por el Malecón, los participantes corearon consignas en defensa de la revolución cubana y en contra de las políticas de Estados Unidos, reafirmando su apoyo al gobierno y su rechazo a las sanciones económicas.
El evento se llevó a cabo en un contexto de creciente tensión entre Cuba y Estados Unidos, especialmente después de las restricciones impuestas durante la administración de Donald Trump, que afectaron aspectos como el comercio, los viajes y las remesas enviadas desde el exterior. A pesar de que el gobierno de Joe Biden había prometido un enfoque más diplomático, muchos cubanos sienten que no ha habido un cambio significativo en las políticas hacia la isla, lo que ha contribuido a la frustración y al descontento generalizado.
En este sentido, la marcha también reflejó el malestar de amplios sectores de la sociedad cubana ante las dificultades económicas y sociales que enfrenta el país, agudizadas por las sanciones externas y la crisis interna. Sin embargo, la manifestación también sirvió como una muestra de unidad, con la población cubana expresando su compromiso con el gobierno y su determinación de resistir las presiones externas.