En San Felipe, la temporada de lluvias ha mostrado un rostro desigual: mientras algunos campos quedan anegados por el exceso de agua, otros apenas reciben unas cuantas gotas. Esa disparidad mantiene en suspenso a los campesinos que dependen de cada aguacero para sacar adelante sus cosechas.
En comunidades como El Carretón, la tierra apenas ha sentido el alivio de la lluvia.
Los productores reconocen que, aunque ha caído algo de agua, no ha sido suficiente para que la milpa y otros cultivos crezcan como se esperaba. Las nubes suelen descargar con fuerza en lugares cercanos como Jaral de Berrios, pero al cruzar hacia el Carretón se disipan, dejando el campo seco y en espera.
Hacia el norte del municipio, en los límites con San Luis Potosí, la historia se repite: tierras que avanzan lentamente y agricultores que, día tras día, miran al cielo con la esperanza de que el clima les dé una oportunidad.
La falta de lluvias suficientes no es solo un retraso en el calendario agrícola: significa pérdidas económicas, incertidumbre y un golpe directo a las familias que viven de lo que la tierra produce.



































