La Asociación Mexicana de Productores de Carne (AMEG) ha reportado que, debido al brote del gusano barrenador en corrales de engorde, los ganaderos de México enfrentan sobrecosidos acumulados de alrededor de 400 millones de dólares para finales de año. Estos costos surgen de protocolos sanitarios intensivos, como inspecciones individuales, trazabilidad y tratamientos, a lo que se suman pérdidas por el cierre temporal de la frontera norte hacia Estados Unidos, estimadas en 30 millones de dólares mensuales.
Y es que cada jaula de engorde, con unas 75 cabezas de ganado, genera un costo adicional de 122 mil pesos, desde su origen hasta el punto de inspección. Además, las medidas sanitarias empleadas incluyen limpieza, baños, tratamientos veterinarios, desplazamiento, documentación, monitoreo individual del ganado y trazabilidad en colaboración con SENASICA (Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria).
Estas cargas financieras dejan a la visa la gravedad de la situación ya que se observa un costo elevado tanto en términos operativos (protocolos sanitarios) como en pérdidas directas por logística comercial; por lo que resulta estratégico analizar cómo estas medidas se combinan con políticas internacionales, movimientos fronterizos y vigilancia sanitaria, así como explorar oportunidades de apoyo institucional o acciones de regionalización.
Fue el 9 de julio cuando el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA) cerró nuevamente la frontera estadounidense a la exportación de ganado mexicano, luego de detectarse un nuevo caso de Gusano Barrenador en ganado en el estado de Veracruz; dicha suspensión detuvo el flujo de ganado mexicano hacia el mercado estadounidense, siendo el tercer cierre en apenas ocho meses y tan solo tres días después de su reapertura.



































