Desde muy temprano, las calles que rodean el Santuario de la Virgen de Guadalupe en Salamanca comenzaron a llenarse de familias, promesantes y peregrinos que mantienen viva una de las tradiciones más queridas de diciembre. Con flores en las manos, veladoras encendidas y rostros llenos de emoción, los fieles avanzaron entre cantos y rezos para agradecer un año más bajo la protección de “La Morenita”.
Para muchos, esta visita no es solo una costumbre, sino que se trata de un acto profundo de fe que ha pasado de generación en generación.
“Es la tradición, la Fe que nos trae. Cada año venimos desde que estábamos niñas y pues alabar a la Virgen y darle gracias a Dios”
Las palabras de los ciudadanos reflejan un sentimiento compartido. En medio de los tiempos difíciles que vive la ciudad, varios asistentes señalaron que esta visita tiene un significado aún más especial, pues buscan fortaleza y consuelo espiritual.
“Venimos a ver a la santísima Virgen, a nuestra madre santísima, darle gracias y que ella siga intercediendo por nosotros por todo esto que está pasando”
La esperanza se mezcla con la gratitud. Aunque muchos llegan cansados por el camino, aseguran que nada se compara con la paz que encuentran al llegar al santuario.
“Es dar gracias por todo lo bueno que nos ha dado ella en la familia, más que nada ahorita por protección”
Para otros, esta fecha es todavía más personal, pues coincide con celebraciones familiares y devociones individuales.
“Venimos con toda la devoción del mundo porque yo soy devota de la Virgen de Guadalupe y aparte es mi Santo”
Pero quizá uno de los momentos más emotivos se da al escuchar cómo los fieles se esfuerzan por transmitir esta fe a los más pequeños, aun cuando reconocen que las nuevas generaciones viven ritmos distintos.
“Pues uno trata de inculcarles a los hijos, a los nietos y a los hijos también seguir nuestras tradiciones, pero a veces ya los hijos y los nietos ya agarran por otro lado, pero uno está… y realmente es bueno, es bonito que siguen, siguen adelante, ellos a lo mejor van a crecer y lo van a llevar a sus niños también a lo mismo”
Entre lágrimas, sonrisas, alabanzas y promesas cumplidas, la celebración guadalupana vuelve a unir a miles de salmantinos, recordándoles que, pese a cualquier adversidad, la fe sigue siendo un refugio, un camino y una tradición que se abraza con el corazón.






























