LA ELECCIÓN JUDICIAL: CUANDO LA DEMOCRACIA SE EJECUTA SIN MANUAL

Por primera vez en la historia contemporánea de México, la ciudadanía fue convocada a las urnas no solo para decidir representantes políticos, sino también para elegir a quienes ejercerán la delicadísima función de juzgar. Una innovación democrática de gran calado… ejecutada con una alarmante carencia de pedagogía institucional.

Lejos de lo que requería un proceso de esta envergadura, el Instituto Nacional Electoral falló en su tarea más elemental: educar a la población. No se trataba solo de repartir boletas o establecer casillas, sino de garantizar que cada ciudadano comprendiera el sentido profundo de su voto. En su lugar, lo que imperó fue la confusión, la desinformación y la apatía.

El INE no diseñó una estrategia clara, sostenida ni accesible para informar al electorado sobre los perfiles, trayectorias, competencias o implicaciones legales de votar por jueces, magistrados y ministros. Para miles, fue como leer un contrato de seguros en chino mandarín.

Lo más grave es que la elección judicial no es un trámite simbólico, sino un punto de inflexión en la relación entre el Estado y la justicia. Elegir sin entender es abdicar el poder. Votar en la oscuridad es lo más cercano a legitimar sin criterio.

Y así, mientras algunos celebran la apertura del Poder Judicial a la voluntad popular, otros señalan con preocupación la falta de claridad, orientación y transparencia. Porque sin formación cívica, no hay elección libre; hay solo un acto de fe… y la pedagogía del INE, quedó reprobada.

UNA SOCIEDAD CANSADA DE LAS MIGAJAS: EL DIGNO LEVANTAMIENTO OBRERO

Las calles industriales de Salamanca se convirtieron en escenarios de hartazgo y dignidad. En empresas como YKM, Frugo y Soriana, los trabajadores decidieron alzar la voz ante lo que muchos consideran un insulto económico: cheques de utilidades de 700, 140 o incluso cero pesos.

El eco de sus protestas no es menor. Representa un grito colectivo contra la deshumanización del trabajo y la impunidad patronal. El argumento empresarial de “la contabilidad así lo marca” no puede seguir validando injusticias. La Ley Federal del Trabajo no es un adorno legal, es una garantía de equidad, y cuando se incumple, se erosiona el contrato social.

Lo que hemos visto en Salamanca no es desorden: es exigencia. No es caos: es resistencia. Y más vale que se escuche antes de que la inconformidad se vuelva llamas en vez de pancartas.

LA VIOLENCIA QUE NO DESCANSA: EL SILENCIO TAMBIÉN MATA

En Salamanca, los lunes no empiezan con tráfico ni con café, sino con balaceras. La semana pasada, lo sucedido en Uruétaro, Cuatro de Altamira y zonas industriales —carros incendiados, cuerpos ejecutados, casas quemadas— ya no puede llamarse “crimen”, es una estrategia del miedo sostenida.

Y lo peor no es que ocurra. Lo más desolador es que nos estamos acostumbrando. A contar casquillos, a cerrar escuelas, a rodear cadáveres. Esa resignación es el mayor triunfo de la violencia.

La paz no puede ser una utopía futurista. Es un derecho inmediato. Y, ese derecho nos lo están arrebatando, a plena luz del día.

LA INDOLENCIA HECHA BASURA: CRÓNICA DE UNA ESQUINA QUE NOS AVERGÜENZA

Cada noche, la basura invade la rampa del Panteón Las Flores como si se tratara de un ritual de autodesprecio colectivo. Aunque el personal de Servicios Públicos Municipales limpia a diario, la misma montaña de desechos regresa: pañales, restos de comida, plásticos, cartones.

El problema no es solo logístico, es cultural. Sabemos que por la noche no pasa el camión recolector… y aún así lo hacemos. Este acto de tirar basura no es solo irresponsabilidad: es desprecio por el espacio común, por el otro, por uno mismo.

La conciencia ecológica empieza por respetar el suelo que pisamos. Si no podemos cuidar una esquina, ¿cómo pretendemos transformar una ciudad?

EL NEPOTISMO COMO LEGADO: EL CASO GUANAJUATO CAPITAL

En Guanajuato capital, lo que debería ser una administración pública se empieza a parecer a una empresa familiar con fachada institucional. El exalcalde Navarro ve pavimentada una calle que lleva directamente a su hotel; su hijo, curiosamente, dirige el DIF municipal; y la Presa de la Olla se usa, presuntamente, para entrenamientos personales.

Los ciudadanos comienzan a preguntarse si los recursos públicos están al servicio del bien común o del bien familiar. Las voces que piden auditoría no son opositores: son vecinos, comerciantes, contribuyentes. La línea entre legalidad y moralidad puede ser delgada, pero no por ello invisible.

El poder no se hereda ni se utiliza como patrimonio. Quien ostenta un cargo debe entender que administra, no posee. Y eso incluye el presupuesto, los espacios, las calles y, sobre todo, la confianza ciudadana.

INFRAESTRUCTURA FANTASMA: LA CALLE DE LA MARIMBA, UN MONUMENTO AL DESPILFARRO

Con 30 millones de pesos invertidos, la Calle Juárez —popularmente conocida como “la de la marimba”— debería ser una postal urbana. En su lugar, es un cementerio de adoquines sueltos, charcos perpetuos y conos anaranjados que vigilan la nada.

El problema no es solo de ejecución, sino de continuidad. En Salamanca, ya se presumió que se inauguró, pero jamás lo que se mantiene. La corrupción no siempre es desvío de fondos; a veces es simplemente hacer mal lo que se paga caro.

EPÍLOGO: ¿Y DESPUÉS DE VOTAR, QUÉ?

El 1 de junio ya pasó. Se depositaron votos, se cerraron urnas y se contaron boletas. Pero lo verdaderamente importante empieza ahora. Porque la democracia no termina en las elecciones, comienza con la vigilancia.

Corresponde a la ciudadanía seguir observando, exigiendo, denunciando y, sobre todo, educándose. Lo vivido con la elección judicial debe servir como lección: sin información, la democracia es teatro; sin conciencia, la participación es utilería.