La Caravana Navideña 2025 volvió a destapar algo que muchos dentro del Gobierno Municipal ya dan por hecho: para que Salamanca presuma “magia”, los trabajadores municipales tienen que vaciar su cartera.
El desfile, adelantado al 27 de noviembre como si la Navidad empezara cuando el gobierno decide, viene acompañado de una instrucción silenciosa pero clarísima; cada dirección debe presentarse con carro alegórico impecable y personal disfrazado como si se tratara de una producción de teatro profesional.
Vestidos de muñecos de jengibre, bastones de caramelo, repostería viviente, personajes con telas costosas, accesorios, estructuras y maquillaje… todo pagado por quienes menos ganan.
Los empleados lo dicen sin decirlo: nada es gratis.
Lo que el Municipio se lucra publicando en fotos, lo absorbe el bolsillo del trabajador. Rentan camionetas de su propio dinero, adornan con materiales que ellos mismos compran, gastan en gasolina, luces, maderas, extensiones, pintura, telas y adornos. Trabajan fuera de horario, se organizan por su cuenta, usan sus fines de semana… y no recibirán ni agradecimiento ni compensación.
Y la presión existe, así lo señaló un grupo de empleados municipales quienes mostraron molestias por los gastos que tuvieron que hacer.
“Aquí no te dicen ‘estás obligado’, pero si no llevas algo bonito, ya sabes quién te va a voltear los ojos. Y si la esposa del presidente siente que no le echaste ganas, te lo cobra después.”
Otra empleada, con un tono entre cansancio y resignación, señaló:
“Ya estamos acostumbrados. Ganamos poco, pero tenemos que gastar como si fuéramos nosotros los que gobernamos. Todo para que ellos salgan en la foto.”
Es una práctica que atraviesa toda la administración, mientras la ciudad sigue sumergida en inseguridad, con baches, luminarias apagadas, parques abandonados, agua insuficiente y colonias olvidadas, pero la prioridad institucional parece ser montar espectáculos brillantes, aunque los trabajadores municipales tengan que endeudarse para sostenerlos.
“Yo tuve que pedirle prestado a mi hermana, la verdad no me alcanzaba y tuve que solucionarlo, lo que más me choca es que es para un día y ya”, señaló trabajadora municipal.
Porque esa es la realidad que se vive adentro; el gobierno presume fiesta; los empleados pagan la función.
Un Salamanca decorado para la foto, sí.
Pero construido —otra vez— a costa de quienes menos tienen, y para lucimiento de quienes más quieren figurar.


































