La vida comercial de Salamanca se apaga día tras día y quienes lo sufren son las familias que, con esfuerzo, levantaron un negocio. En la calle Comunicación Norte, en los límites de las colonias Joyas del Sur, El Molinillo, El Olimpo y La Gloria, múltiples locales han tenido que bajar las cortinas. Este abandono no es un caso aislado, el miedo y la extorsión están obligando a cerrar negocios también en el centro histórico, en mercados como el Tomasa Esteves y en tianguis y comunidades periféricas, dejando calles desiertas, bolsillos vacíos y la esperanza por los suelos.
Lo que antes era una comunidad llena de vida y movimiento, hoy se percibe como un lugar en silencio. La inseguridad ha cambiado la rutina de muchas personas: negocios que cierran, otros que solo abren unas horas o unos cuantos días, calles que se vacían temprano y una constante sensación de miedo. Los robos, las extorsiones y las amenazas son parte la vida diaria pero pocos se atreven a denunciarlos por temor a represalias. Como consecuencia, muchos comercios operan tras rejas, con menos clientes y con dueños que cada vez se preguntan más si vale la pena seguir adelante.
Y es que incluso han cerrado cantinas, bares y centros nocturnos, mientras el pesimismo se aprecia en comerciantes de todos los rubros ya que, según los afectados, las ventas caen, los clientes no llegan, además, mantener un negocio es ahora una suma de gastos y riesgos: renta, servicios, salarios y la incertidumbre de si un día tendrán que cerrar de forma definitiva.
La extorsión ha dejado una huella evidente, lo locatarios temen por su seguridad y no denuncian por miedo a represalias, las mismas que orilla a muchos a trabajar menos horas y por ende, sus ingresos también se ven disminuidos. Lo triste de la historia es que los delitos que no se denuncian, lo que agrava la situación pues se deja las cifras en negro, dificultando el actuar de las autoridades que si bien ha recibido algunas denuncias, para muchos comerciantes la acción oficial llega tarde o no alcanza a darles la tranquilidad que se requiere.
Diversas comunidades como Cárdenas y Valtierrilla, tan solo por mencionar algunas, también reportan cierres por presión de grupos delictivos; no es solo el centro, el escenario se presenta en todas las zonas comerciales del municipio, afectando a proveedores, repartidores, familias que dependían de esos ingresos.
A esto se suma el poco apoyo al comercio local, ya que según mencionan los comerciantes, muchos optan por hacer sus compras en municipios vecinos como Irapuato, Celaya o León; golpeando al comercio local e impidiendo su progreso.
La petición es una: más presencia policial visible, alumbrado en las calles, rondines constantes y programas que ayuden a los pequeños negocios a recuperarse. Los comerciantes exigen hechos, para poder volver a abrir sus locales sin temer por su vida o su patrimonio. Y aunque algunos niegan los cierres masivos, la realidad en las calles es otra.


































