Robotización, educación, empleo, contradicciones
Alfonso Díaz Rey
Guadalupe Hernández Macías*
In memorian
Desde la invención de la máquina de vapor los avances de la ciencia y la tecnología han modificado los procesos de producción y de trabajo, así como la estructura de la sociedad, especialmente la de aquellos segmentos que para sobrevivir deben vender su fuerza de trabajo.
Los avances científicos y tecnológicos significaron, por un lado, un gran impulso a la reproducción del capital, vía incrementos de la productividad y, por otro, una mayor explotación de los trabajadores y un incremento en los niveles de desempleo, subempleo e informalidad laboral.
La educación, desde la óptica capitalista, experimentó cambios para asegurar el suministro de mano de obra con diferentes grados de calificación y especialización, preferentemente acríticos y dóciles, que constituyeran un relevo generacional o de los trabajadores «incómodos» para el capital y los empresarios, que siempre han tenido como aliados a la «legalidad» y la violencia policial.
Podemos considerar el inicio de la «carrera espacial», en las postrimerías de la década de los cincuenta del siglo pasado, con el desarrollo de la electrónica y la miniaturización, como un punto de inflexión en el que se aceleraron los cambios científicos y tecnológicos en los procesos productivos. A ello también contribuyeron el desarrollo de nuevos materiales, de la informática, la robótica y la inteligencia artificial (IA).
Todos esos avances aplicados a la producción de bienes y servicios, con el objetivo de incrementar la productividad y la ganancia, ajenos en su mayoría a aspectos humanos, sociales, culturales y ambientales, que sumados a la acción de las leyes propias del sistema y sus contradicciones, condujeron a una situación en que la desigualdad, la inequidad y la depredación de la naturaleza han adquirido niveles social y ambientalmente insostenibles para el sistema y para la vida misma.
Sin embargo, pareciera que la mayor preocupación a nivel internacional es que los sistemas educativos consigan «garantizar que las futuras generaciones puedan desarrollar las habilidades que demandará el mercado laboral, pues se estima que a escala global al menos 30 por ciento de los empleos podría automatizarse para 2030.» [1]
Tal preocupación fue manifestada en una reunión de la Unesco (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) [2]; y aunque se mostraron inquietudes por impactos en la estructura laboral y social, pareciera que lo importante es cómo hacer ajustes en la educación para cubrir las demandas de un futuro mercado laboral; el título dado a esa reunión nos lleva a tal apreciación: Planificar la educación en la era de la Inteligencia Artificial: un paso más hacia adelante.
¿Qué pasará con los cientos de millones de seres humanos que serán desplazados por robots y dispositivos de IA?
Mientras el orden existente esté cimentado en las relaciones de producción capitalistas y el objetivo de nuestras acciones sea la obtención de ganancia, a cualquier costo y sin importar los medios para alcanzarla, solamente unos cuantos, cada vez menos, podrán lograrlo; los demás, la inmensa mayoría de los que habitamos este planeta, estaremos sujetos a condiciones de vida y trabajo cada vez más precarias y deplorables.
En ese contexto, interna e internacionalmente las contradicciones de todo tipo se agudizarán, especialmente las de carácter ambiental, económico y social, lo cual conduciría a una situación caótica cuya solución tendría enormes costos, con el grave peligro de la extinción de buena parte de la vida en el planeta, pérdida en la que nuestra especie estaría incluida.
Como todo ese hipotético y nada improbable escenario sucedería mucho antes que la minúscula minoría económicamente poderosa pudiera mudarse de planeta, probablemente ellos serían los últimos en desaparecer, pero no mucho tiempo después que los demás.
Un escenario como el que se plantea pudiera parecer, además de tétrico, catastrófico; sin embargo, las tendencias y evidencias del comportamiento humano en el sistema predominante a nivel mundial, el capitalismo, conducen a imaginar un futuro nada halagüeño.
Para hacer improbable tal futuro, la educación juega un papel fundamental. Si en lugar de fomentar el individualismo, el egoísmo, las formas de subordinar a los demás, la avaricia y otras maneras de alcanzar el «éxito», los sistemas educativos fomentaran el pluralismo, la solidaridad, la colaboración, la participación, la compartición, la inclusión, la equidad; en fin, que se promovieran los valores que enaltezcan al ser humano, podríamos aspirar a construir una nueva sociedad en la que la ciencia y la tecnología estén al servicio de la humanidad; veríamos disminuir la jornada de trabajo y aumentaría el tiempo que se dedicara a la cultura, a la recreación y al ocio.
Para ello, la educación tendría que enseñar a vivir, no a ser mercancía o a dominar.
[1] Periódico La Jornada. Se automatizará 30% de los empleos para 2030: Unesco. Domingo 26 de mayo de 2019, p. 29. Ver: https://www.jornada.com.mx/2019/05/26/sociedad/029n1soc
[2] Unesco. Conferencia Internacional sobre la Inteligencia Artificial en la Educación, Pekín, China, 16 de mayo de 2019.
* Nuestro agradecimiento siempre por tu vida, tu apoyo incondicional y tu valentía compañera Lupita Hernández Macías, brillaste en este espacio y brillas por la eternidad. Con cariño tus amigos del Observatorio Ambiental Ciudadano Biósfera, en Salamanca, Guanajuato.