Los sindicatos deben ser por y para los trabajadores, o no serán
Por: Oscar Alzaga*
Pocas veces se aclara: ¿Qué es la independencia sindical? Esa parte fundamental del derecho universal de la Libertad Sindical, esencia de la organización social. Desde hace más de 100 años se afirma que los sindicatos deben ser de y para los trabajadores, pues de otro modo no cumplen su función principal: la defensa de los derechos e intereses de sus miembros.
La Constitución y la Organización Internacional del Trabajo (OIT) por igual otorgan a trabajadores y a empleadores el derecho a organizarse. La norma prohíbe al patrón y a sus representantes intervenir en la vida del sindicato y, a la inversa: a la parte laboral intervenir en la dirección y administración de la empresa. Pero la patronal no respeta la ley.
Las normas reconocen que las partes son desiguales: uno es dueño de la empresa y el capital; el otro, solo es dueño de su trabajo. Uno puede despedir libremente al empleado y el otro solo defenderse, en la calle. Uno puede alterar la vida de una familia en la miseria y el otro, después de años, obtener una indemnización o reinstalación en el trabajo. Una vez que su proyecto de vida y familia queda destrozado por años.
La desigualdad económica y de derechos es brutal. El despido es el uso legal de la violencia laboral. En México, la patronal, los gobiernos y los partidos no han respetado las leyes ni la independencia sindical, menos después de 36 años de neoliberalismo, hoy están de moda los sindicatos patronales, los contratos colectivos de protección patronal y que se imponga la política oficial de cero huelgas.
Las tres instituciones básicas del derecho colectivo: sindicato, contrato colectivo y huelga deben ser indivisibles, para ser protectoras de los obreros, sus titulares, afirmaba Mario de la Cueva. Ninguno de esos tres derechos vale por si mismo desvinculado de los otros dos. Del mismo modo que sin libertad sindical no vale la organización laboral, ni el contrato colectivo si no hay libre negociación, o la huelga; sí se le condicionan y desprotegen, son letra muerta. Tal y como la entienden y practican los gobiernos, empresarios y partidos neoliberales.
Si los sindicatos no son exclusivamente de los trabajadores, y son de los gobiernos, partidos o patrones, están negados a cumplir su función esencial. Porque los sindicatos se crean para esa función exclusiva a favor de ellos, para la defensa del gremio y los gremios, o de la clase trabajadora, porque tienen los mismos intereses y derechos. Más, los sindicatos pueden salir en la defensa de un gobierno progresista o de la nación si los amenazan, en tanto que también se amenazan sus intereses y derechos laborales.
En cambio, debemos advertir que los gobiernos están para velar por toda la sociedad, por todas las clases sociales y la nación, no solo por los asalariados. Los partidos de igual modo aspiran a ser plurales, aunque puedan estar más por la patronal como el PAN, o por las clases populares, como Morena.
La clase empresarial ve exclusivamente por sus privilegios y ventajas, pues la ganancia no tiene límite ni freno. Ellos han afirmado que el capital no tiene patria y que pueden irse donde le sean más baratos los salarios, lo que, aunque sea paradójico, es aquí. El capital extranjero amenaza a los trabajadores con salir del país si exigen aumento salarial y, sobre todo, independencia sindical; lo cual es falso, porque aquí crecen sus ganancias por los bajos salarios y empleos precarios que tienen.
Así, los sindicatos blancos o patronales no son para la defensa de sus miembros; todo lo contrario, velan por los intereses patronales aunque se disfracen de paternalismo y traten como a menores a sus obreros.
Ni los partidos ni los gobiernos pueden velar exclusivamente por los intereses y derechos de los trabajadores, no están creados para eso. Peor aún, éstos subordinan a las organizaciones que afilian, sean populares, campesinas y obreras, como el PRI y sus gobiernos, a tal grado que despojan a los organizados de su autonomía y derechos.
Las pruebas: el proyecto de reforma laboral del PRI, CTM y CROC que presentaron el 7 de diciembre de 2017 en el Senado, es contrario a los derechos e intereses de los trabajadores y descaradamente son a favor de los patrones; proyecto aún sin retirar del Senado.
El PAN y el PRI presentaron y aprobaron la regresiva reforma laboral de 2012, en contra del artículo primero constitucional que establece el principio de progresividad, la que legalizó el outsourcing o subcontratación; abarató y facilitó el despido ilegal reduciendo los salarios caídos; destruyó la estabilidad en el empleo o el derecho a la planta, creando empleos eventuales y a prueba, precarizando el empleo. Entonces, ¿qué intereses representan el PRI y el PAN?
Muchos apuestan a que el cambio de la Cuarta Transformación venga desde arriba, desde el gobierno; otros, a que el cambio venga de las reformas; otros más, a que venga desde abajo, de los trabajadores al recuperar sus sindicatos o de su creación, como la Confederación Internacional de los Trabajadores (CIT), pero en los términos en que lo dice su dirigente Napoleón Gómez Urrutia: “La CIT no será agencia del gobierno ni de Morena, es y será independiente”. Porque la CIT coincide con la Cuarta Transformación, pero no se subordina a nadie, es de los trabajadores y para los trabajadores. Lo mejor es que el cambio de la Cuarta Transformación, sea por la intervención responsable de todos los sectores de la sociedad.
Otros prefieren ser “los soldados de AMLO” o de Morena, subordinarse al gobierno, para obtener ventajas; o seguir en el PRI o con la patronal.
Solo el destino de los sindicatos en manos de los trabajadores tiene un futuro cierto a favor de ellos, de su clase y de la nación. Hoy debemos seguir la propuesta de Mario de la Cueva: el derecho colectivo es indivisible, pero en otra perspectiva: que forje sindicatos internacionales, contratos colectivos internacionales y luchas de solidaridad y apoyo internacionales. Como lo propuso Oscar Ermida y lo lleva a la práctica el líder Gómez Urrutia con la CIT.
*Abogado de la Asociación Nacional de Abogados Democráticos y la Asociación Latinoamericana de Abogados Laboralistas