Cuenta que hace meses que no ve a sus familiares, sufre demencia y quizá Alzheimer, no recuerda bien de dónde es y no sabe cuántos nietos tiene, lo que sí recuerda es que está sola la mayor parte del día, sabe que se siente desolada y espera que alguien llegue a visitarla aunque no ha concebido que la dejaron a su suerte.
Ella es doña Marina, de 90 años, de carácter fuerte y vive sin ningún familiar que la arrime el hombro, sus hijos, sus nietos y toda su familia han desaparecido desde hace más de un año.
Cada mañana espera la llegada de alguno de sus hijos para que la pueda llevar a ver el mar, pero la espera ha sido larga, pasan los días y no llegan sus visitas, se ha vuelto invisible, la han abandonado.
En Salamanca, ser adulto mayor es ir contra las posibilidades de tener una vida plena, los abandonan, los sobajan, los minimizan y ellos entonces se sienten un “estorbo”, así se subestiman.
Según datos del Consejo Nacional de Población (Conapo), en nuestro país hay 10.5 millones de personas mayores de 60 años, lo que representa a 9 de cada 100 mexicanos. De este grupo poblacional el 82 por ciento vive en algún grado de pobreza, sólo 2 de cada 10 mujeres adultas mayores cuenta con una pensión.
Según el Instituto Nacional de Personas Adultas Mayores, tres de cada cinco ancianos sufren algún tipo de violencia dentro de la familia incluyendo el maltrato; como el abandono.
Para rematar, cifras de la Encuesta Nacional sobre la Discriminación en México, muestran que en el país, los ancianos integran el cuarto grupo de población vulnerable.
En Salamanca se dio a conocer que doña Marina fue abandonada hace un año y medio, vecinos platicaron que es una señora desamparada y desantendida desde que dejó de recibir pensión, unas personas que la frecuentaban por lo menos algunas ocasiones, dejaron de ir a visitarla.
Al verla sola, la familia Reyes Araiza la ha apoyado incansablemente, ellos también son adultos mayores pero eso, no impide que todos los días no falte comida en la mesa de su vecina, doña Marina.
No es su familiar, pero le llaman tía y procuran revisar que todo marche bien en casa.
Es difícil la vida de la ancianita porque sufre cambios en su humor, ya se ha buscado apoyo en el municipio, en el estado sin obtener respuesta, los vecinos desean que la mujer abandonada sea protegida por alguna autoridad y atendida por especialistas, la familia Reyes Araiza le ha apoyado a pagar servicios básicos y a darle de comer cada día, pero no pueden atender las necesidades médicas de la enfermedad que acecha a la señora de 90 años.
Por las tardes, doña Marina le llama a Juanito, quizá alguno de sus nietos, pero la dama se queda esperando porque jamás llega.
El administrador del Asilo de Ancianos en Salamanca, Marcopolo Suárez, relató que ya se le ha brindado ayuda en el asilo, no obstante, doña Marina pidió irse para saber si en casa ya estaba alguno de sus hijos, gritó pidiendo que fuese llevada a su hogar y es que requiere atención médica.
Las enfermedades, los padecimientos, el no poder controlar y el no querer hacerse cargo de ellos, muchas veces son motivos para que los propios familiares decidan desatender a sus propios padres, a sus propios abuelos y eso es motivo de que como doña Marina, existan decenas de ancianos que mueren en extrema soledad, sin que nadie lo sepa