Por: Eber Sosa Beltrán
Psicólogo con maestría en psicoterapia clínica.
Perder es sencillo, parece que la vida se empeña diariamente en demostrarlo, las cosas más simples se extravían todo el tiempo, el suéter del colegio, tu juguete preferido, tu escondite de tesoros, tu cartera, tu anillo, todos desaparecen.
También se van las horas y los días en un vertiginoso ritmo, el ahorro que tenías y los planes de tu viaje que no se concretaron.
Perder es cosa de práctica es mejor que te acostumbres a hacerlo, regresas un día a tu ciudad esperando que el parque de tu infancia siga igual y todo se ha ido, empiezas a olvidar nombres y personas, y los sueños que tenias, y aunque te parezca un desastre no necesariamente es así; aún aquellas pérdidas que creías que no iban a suceder, cuando perdiste tu trabajo o terminó tu relación, o cuando se fue tu hijo y no se despidió.
Date cuenta de lo fácil que es perder.
Apenas ayer talaron un árbol que había vivido quinientos años, y más de un centenar de manifestantes chilenos perdieron uno de sus ojos, en el mar murieron un número parecido de ballenas y delfines con sus crías en manos de la cacería legal.
Ahora que todo eso lo he perdido lo extraño, son pérdidas irreparables como perder tu hogar en medio de un incendio, por eso es importante que pienses que cosas vas a perder, ya vez que no todas son un desastre, no habré mentido, es evidente que el arte de perder es fácil de dominar aunque a veces pienses que sea un desastre no siempre es así.