Trabajadores de las sucursales que pertenecen al grupo Salinas, todos los días temen por su salud, ya que sus labores continúan y aunque esta tarde los empleados reportaron el despido injustificado de varios compañeros y a pesar de que la gran mayoría de negocios locales ya han cerrado sus puertas por el COVID-19, las grandes cadenas comerciales que existen en Salamanca y que no son de primera necesidad continúan abiertas, tal es el caso de las que pertenecen al mencionado grupo empresarial, donde no deja de circular la gente incluso sin respetar la ‘sana distancia’.

Ante este panorama que para muchos pone en riesgo la salud de empleados y clientes, el grupo Salinas ha dejado claro que no piensa detener sus operaciones porque para ellos es un negocio de ‘primera necesidad’.

En Salamanca,  las sucursales de Elektra continúan abarrotando gente sin tener mayor precaución y ante esto, la autoridad municipal no ejerce presión alguna, sin embargo, el Grupo Elektra, empresa que pertenece a Grupo Salinas, respondió que sus productos y servicios son “esenciales” para que la población haga frente a la emergencia de la pandemia del coronavirus Covid-19 en México por lo que sus puertas permanecerán abiertas.
“La mayoría de los mexicanos viven al día y no cuentan con el privilegio de acceder a las compras por internet ni la facilidad que brindan las tarjetas de crédito; Elektra está para quienes requieren de productos y servicios necesarios durante la emergencia”, señaló la compañía en un comunicado de prensa.

Por su parte, la titular la Secretaría del Trabajo Luisa María Alcalde, señaló que Elektra de Grupo Salinas, es una de las empresas que se niega a cumplir con las medidas recomendadas por el gobierno federal para evitar los contagios de coronavirus en el país, mientras que la empresa dice que cumple las disposiciones del Consejo de Salubridad General y es así como Elektra continúa ofreciendo productos y servicios que para ellos son ‘esenciales’.

Entre tanto, en estas tiendas, las filas de gente continúan, caso similar sucede en las sucursales bancarias donde la ‘sana distancia’, parece no existir.