La imprescindible organización social
Por: Manuel De la Torre Rivera
La pandemia de Coronavirus y la enfermedad que la acompaña, la Covid-19, ha cimbrado al planeta y aunque la crisis económica ya había sido anunciada previamente, la combinación de su impacto no solamente ha desquiciado la infraestructura de salud de muchos países de Europa y América y otros continentes, provocado una ola de desempleo no vista desde la crisis del año 29 del siglo pasado y la quiebra económica de importantes empresas del transporte aéreo y el turismo, y golpeado duramente las condiciones de sobrevivencia de los sectores populares de los países subdesarrollados, entre algunos de los más evidentes efectos.
Estas adversas condiciones se han venido a sumar a las ya manifiestas amenazas del calentamiento global y el cambio climático del planeta; ante esto, los pueblos del mundo subdesarrollado, que son al fin de cuentas los más golpeados, deben unir sus voces y sus brazos para demandar de los países desarrollados un cambio profundo en la estructura económica, que corrija la injusticia inmoral que priva en el intercambio comercial entre estos dos bloques ante la emergencia de una geopolítica tripolar, para lo cual será condición la alianza económica y cultural latinoamericana.
Aquí es importante recordar que esta crisis se gestó en el seno de la etapa neoliberal que profundizó la contradicción fundamental del sistema prevaleciente, concentrando la riqueza en muy pocas manos ─ menos del 1% de la población mundial ─, elevando la proporción de población que vive por debajo del mínimo para su sobrevivencia; que dio lugar a múltiples movimientos insurgentes en América Latina (Argentina, Chile, Colombia, Ecuador, Bolivia, Brasil y México). Movimientos que han manifestado una extraordinaria creatividad y resiliencia a pesar de tener que enfrentar en muchos casos a las fuerzas represoras de los gobiernos constituidos.
Esos movimientos sociales, adoptan características propias de cada país y región, cobran fuerza y manifiestan permanencia, cuando echan raíces en los territorios recuperados que han podido ser sujetos de una gestión colectiva de las bases:
“Una de las claves de esta potenciación de los movimientos consiste en que los territorios nos brindan la posibilidad de construir poderes propios, fuera del control de las instituciones estatales (dice Raúl Zibechi en una reflexión sobre el tema). Si las mujeres en Cherán, Michoacán o las zapatistas en Chiapas pueden decir que en el año pasado no hubo feminicidios en sus tierras, es porque se han hecho fuertes (empoderadas, diría la academia), capaces de defenderse, activando las nuevas relaciones sociales que están construyendo. Algo similar puede decirse de otros pueblos en movimiento, en particular en América Latina.
“Las asambleas territoriales que se han creado en Chile al calor de la rebelión popular que estalló el 18 de octubre del 2019, son la creación más importante del pueblo chileno, porque encarnan la autoorganización colectiva para resistir y crear nuevas relaciones, por fuera del mercado y el Estado. En noviembre pasado, en Santiago había 120 asambleas territoriales enlazadas en dos coordinadoras, según la zona de la ciudad, con fuerte arraigo entre los vecinos movilizados (https://bit.ly/2RwOzSu). El 18 de enero en el encuentro de la Coordinadora de Asambleas Territoriales eran casi 200 (se registraron 164, siendo 24 asambleas de fuera de Santiago). Al encuentro asistieron más de mil delegados, que se organizaron en 20 grupos de trabajo para debatir sobre cuatro temas: la coyuntura constituyente, el pliego de demandas (salud, educación, seguridad social, vivienda, etcétera), derechos humanos y construcción de poder territorial.
“En su análisis, las asambleas territoriales son el aspecto organizativo más relevante de la revuelta en curso, que generó un clima de ingobernabilidad nunca visto en la pos dictadura, sólo comparable con las jornadas de protesta contra Pinochet entre 1983 y 1986 ().
“Se apuesta a fortalecer el sujeto popular con base en el trabajo solidario y colectivo en los barrios, la autoeducación y autoformación popular, y defiende una democracia directa sin jerarquías. Llama a destituir a la clase política, al poder y a las militancias tradicionales, mientras defiende la idea de vivir en comunidad y tejer lazos de confianza en los territorios.”
Será necesario permanecer atentos para observar como la creatividad humana responde en defensa de la vida, al reto que plantean la pandemia y los defensores de un sistema que ya da muestras de su agotamiento.
Salamanca, Gto. 17 de junio del 2020.
