Por: Alberto De la Torre Gleason
Muchas personas tienen el sentimiento de que este año 2020 que acaba de pasar fue un año perdido derivado del SARS-CoV-2, ya que se contrajo la economía, los problemas de salud pública han sido graves y el encierro y distanciamiento dejan la sensación de pérdida de libertad y vida.
Este tipo de sentimiento es típico del pensamiento occidental en dónde el modelo económico capitalista salvaje nos ha envuelto en un círculo individualista, egocentrista, hedonista y banal en donde no alcanzamos a apreciar el verdadero valor del tiempo y las cosas, en especial los recursos naturales pues solo basta abrir la llave del agua para disponer de ella sin comprender el ciclo del agua y la trascendencia para la vida de tan solo este recurso, por poner un ejemplo.
Otro ejemplo es la quema de combustible fósil en esa carrera enajenada de producción – venta y consumo para maximizar las ganancias financieras, como si el dinero nos garantizara que compraremos agua, comida, oxígeno y salud en el futuro. Con el falso paradigma de dinamizar la economía para el supuesto “desarrollo”.
En este tipo de pensamiento occidental capitalista, obsoleto y miope para la crudeza que actualmente nos impone la realidad, es claro su enfoque de corto plazo, en donde pareciera que tenemos prisa, que solo importa el hoy y el mañana no existirá; también torpemente parece que consideran que los recursos naturales en el planeta fueran infinitos, cuando en los últimos 200 años y más gravemente en los últimos 50 años, hemos consumido y casi agotado el petróleo y con ello aumentado los niveles de concentración de Bióxido de Carbono en la atmósfera, principal factor del cambio climático del planeta.
Regresando a la premisa inicial: ¿Es el 2020 un año perdido? A la naturaleza le ha costado miles de millones de años conformar los planetas y entre ellos al nuestro, la Tierra, miles de años para la conformación de la atmósfera con oxígeno y agua, elementos principales para la vida, y millones de años para con los restos orgánicos conformar los hidrocarburos; creo que no estamos para nada entendiendo la variable tiempo y queda al desnudo nuestra ignorancia y poca conciencia sobre la vida.
El filósofo australiano Roman Krznaric al convivir con losherederos de la cultura maya en Guatemala, consiguió una visión completamente diferente de la vida, en gran parte gracias al increíble vínculo que tienen con la tierra, a continuación, transcribimos algunos párrafos del artículo titulado Qué es el «pensamiento catedral», una de las grandes lecciones de 2020 según el filósofo Roman Krznaric [1]:
«Y creo que la conexión con el mundo vivo que encuentras en la cultura maya es realmente valiosa en medio de la cultura de consumo hiperurbano de hoy.
“La idea de que «necesitamos reconectarnos con la tierra y con los largos ciclos del tiempo» lo cautivó.
“Y es que precisamente en su libro The Good Ancestor (El buen antepasado), Krznaric, quien enseñó sociología y política en la Universidad de Cambridge, denuncia que vivimos en «la era de la tiranía del ahora», que tiene un «cortoplacismo frenético» en la raíz de las crisis que estamos enfrentando.
“Hay muchos temas que requieren pensar a largo plazo y la pandemia es uno de ellos.
“Sabemos que los países que habían creado planes pandémicos a largo plazo han enfrentado el virus más efectivamente que los que no, por ejemplo, Estados Unidos o Brasil.
“Esa es una de las razones por las que sabemos que la planificación a largo plazo importa ahora más que nunca.
“Creo que la pandemia nos está haciendo ver los problemas a corto plazo, pero necesitamos crear resiliencia en nuestros sistemas de salud para planificar nuestra respuesta a las pandemias que podrán venir.
“Y ya empezamos a conseguir que cada vez más gobiernos se den cuenta de lo que necesitan, no solo en respuesta a algo como covid-19, sino en términos de planificación a largo plazo con otros temas, como la crisis climática.
“Se trata de hacer algo con una visión a muy largo plazo. Los seres humanos han sido muy buenos en ese tipo de pensamiento, mucho más de lo que nos imaginamos.
“Esa forma de pensar permitió levantar la Gran Muralla China o viajar al espacio, construir Machu Picchu o Brasilia: no sólo era actuar para el aquí y el ahora.
“La humanidad, particularmente en los países ricos, trata el futuro como un puesto de avanzada colonial lejano donde podemos lanzar deshechos libremente (y causar)daño ecológico y riesgo tecnológico como si no hubiera nadie allí.
“Creo que es una habilidad que podemos desarrollar. Las empresas pueden hacerlo para crear planes de sostenibilidad de 100 años. De hecho, ya muchas lo están haciendo. Los gobiernos también pueden hacerlo.
“… hay 7.700 millones de personas vivas hoy. Solo en los próximos dos siglos, nacerán decenas de miles de millones de personas. ¿Y cómo nos van a juzgar? Entre ellos estarán nuestros nietos y sus nietos, sus amigos y sus comunidades.
“¿Y cómo nos mirarán por lo que hicimos o no hicimos cuando tuvimos la oportunidad?
“Claro que creo que en la vida cotidiana ese futuro puede parecer muy lejano. No podemos sentir el aumento del nivel del mar o de la temperatura en 2100, pero podemosusar nuestra imaginación. Eso es extraordinario.
“Tú o yo podemos sentarnos e imaginar a nuestros hijos. Por ejemplo, piensa en el cumpleaños 90 de tu hijo. Está rodeado de familiares y amigos y se asoma por la ventana. ¿Qué tipo de mundo hay afuera? Tal vez sea una hermosa utopía o un mundo en llamas.”
Salamanca. Gto. 03 de enero del 2021.