Por: Manuel De la Torre Rivera
Como otros sistemas que tuvieron un proceso de surgimiento, desarrollo y decadencia; el capitalismo como sistema mundial ya rebasó su periodo de máximo desarrollo y ahora las crisis recurrentes son más frecuentes y más profundas, el daño provocado en la naturaleza por la sobreexplotación de los recursos naturales ha generado enormes alteraciones del equilibrio ecológico planetario, manifiesto en el calentamiento global, el cambio climático, la pérdida de especies y las pandemias, además de romper el equilibrio social con la migración humana como resultado del armamentismo y las guerras de intervención para saquear los recursos naturales de los pueblos, causando con ello el enriquecimiento en pocas manos y una masa de miles de millones de pobres en el planeta.
Por si esto pudiera parecer poco a los más cínicos, el 2020 nos dio la oportunidad de tomar conciencia de que con el daño que hemos provocado a la naturaleza, la vida misma está en riesgo de desaparecer y con ella, la especie humana, la primera y única manifestación de vida inteligente en todo un sistema solar planetario conocido de nuestra galaxia. El mensaje que nos envió la naturaleza fue por medio de una pandemia, la primera con alcances globales que en su clara dialéctica nos dice: El peligro real eres tú mismo que te aferras a un sistema socioeconómico permanentemente en crisis y que está a favor de la muerte y contra la vida.
No es una exageración decir que el capitalismo es un sistema depredador de los recursos naturales empezando por el ser humano y para muestra, aquí se expone lo que ocurre con los recursos mineros de nuestro país, donde un reducido número de grandes empresas mineras obtienen ganancias desproporcionadas, mientras decenas de miles de trabajadores que hacen posible la extracción de los distintos minerales laboran casi siempre en condiciones de alto riesgo (recordar Pasta de Conchos) y reciben salarios que apenas alcanzan para subsistir.
Informa el periódico La jornada en su Editorial del 14 de junio del 2020:
“Según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), 40 por ciento de quienes habitan en ocho de los 10 municipios que más oro producen en nuestro pa⁸ís viven en la pobreza. Y en el caso de las compañías extractoras de plata, el mismo porcentaje afecta a nueve de cada 10 municipios. En Fresnillo, Zacatecas –siempre de acuerdo con el Coneval– donde se produce 20 por ciento de la plata que se extrae en México (que es el primer productor de ese metal en el mundo), 46 por ciento de la población vive en condiciones de pobreza. Una situación paradójica por donde se la mire: pobres que viven asentados en un suelo de riqueza, y ricos que viven a costa del trabajo de esos pobres.”
Luis Andrade, investigador de la Facultad de Negocios de la Universidad La Salle, explicó:
“Según la Subsecretaría de Minería de la Secretaría de Economía, 10 por ciento del territorio nacional está concesionado a mineras; operan 345 empresas, de las cuales 234 son extranjeras, principalmente canadienses y estadunidenses.
En territorio mexicano operan compañías con presencia global, como GoldCorp, Americas Silver, First Majestic, Grupo México, Aura Minerals, Canadian Mining Company, Endeavour Silver, London Mining, Newmont Mining, Pan American Silver, Southern Silver y Torex Gold, entre otras.
Para el catedrático de la Universidad La Salle, la razón por la que las compañías extranjeras, sobre todo canadienses, se establecen en México es porque, además de que en sus países no hay grandes cantidades de recursos naturales para explotar, aquí encuentran facilidades fiscales y mano de obra barata.
…En los más de 500 años que tiene la actividad minera en suelo mexicano, la enorme desigualdad que existe entre los propietarios de las minas y quienes desempeñan el rudo y peligroso trabajo de extraer sus riquezas ha sido una constante.”
La palabra la tienen un gobierno nacionalista y los trabajadores organizados democráticamente.