En el marco del 83 Aniversario de la Expropiación Petrolera, compartimos una breve historia de la Refinería Ingeniero Antonio Manuel Amor.
Como es costumbre, de la mano de nuestro colaborador el historiador salmantino Benjamín Arredondo conoceremos una breve historia de la Refinería de Salamanca.
Por: Benjamín Arredondo
Vemos la esquina de las calles Allende y Tomasa Esteves en Salamanca en una fotografía tomada en la segunda década del siglo XX. Eso que allí aparece es una bomba de gasolina, la marca es El Águila, nadie imaginaba entonces que sería allí, en Salamanca, donde años más tarde se produciría gasolina. El concesionario de El Águila en Salamanca era entonces don Pedro Arredondo.
Esta es una muy interesante fotografía, tomada en Salamanca el día 30 de julio de 1950 durante la ceremonia de inauguración de la Refinería Ingeniero Antonio M. Amor. De izquierda a derecha aparece el entonces Director General de Petróleos Mexicanos, Antonio J. Bermúdez; el siguiente personaje parece ser Hugo Rangel Couto, Secretario de Bienes Nacionales e Inspección Administrativa, lo que hoy es la Secretaría de Energía: vestido de traje claro aparece el Presidente de la República, Miguel Alemán; de perfil, con traje negro, el Gobernador de Guanajuato, José Aguilar y Maya. Son ya años 70 años de que se inauguró RIAMA, la Refinería de Salamanca.
Todos sabemos bien, especialmente en Salamanca, que el 18 de marzo de 1939 fue la expropiación petrolera, será bueno saber lo que sucedía antes con la industria petrolera en México para que se haya llegado al extremo de una expropiación. Al leer los nombres de las compañías petroleras establecidas en el México porfiriano vemos nombres en inglés en su mayoría, con capitales venidos de Estados Unidos, Inglaterra y Holanda. Saltan a la vista nombres muy conocidos de empresas que en la actualidad controlan buena parte del mercado petrolero mundial: «Las 17 empresas petroleras extranjeras expropiadas fueron: Compañía Mexicana de Petróleo El Águila, (London Trust Oil-Shell), Mexican Petroleum Company of California (ahora Chevron-Texaco la segunda empresa petrolera global) con sus tres subsidiarias: Huasteca Petroleum Company, Tamiahua Petroleum Company, Tuxpan Petroleum Company; Pierce Oil Company, subsidiaria de Standard Oil Company (ahora Exxon-Mobil, la más grande empresa petrolera mundial); Californian Standard Oil Co. de México; Compañía Petrolera Agwi, SA., Penn Mex Fuel Oil Company (ahora Penzoil); Stanford y Compañía Sucrs. Richmond Petroleum Company of Mexico, ahora (ARCO); Compañía Exploradora de Petróleo La Imperial S.A., Compañía de Gas y Combustible Imperio y Empresas; Mexican Sinclair Petroleum Corporation, sigue siendo Sinclair Oil; Consolidated Oil Companies of Mexico S.A., Sabalo Transportation Company; y finalmente la Mexican Gulf Petroleum Company (luego llamada Gulf)». (Wikipedia)
Luego de la expropiación que hizo el presidente Lázaro Cárdenas la producción bajó drásticamente y el consumo en el país aumentaba, se veía ya la necesidad de construir más refinerías. Para 1940 entra en operación la de Poza Rica, en 1946 hay una enorme ampliación de la ya establecida en Azcapotzalco que se inaugura con el nombre de «Refinería 18 de marzo»; para ese año ya estaban localizados y también expropiados, los terrenos donde se construiría la nueva refinería, la más moderna para la época y se había decidido para su construcción la ciudad de Salamanca por ser encrucijada de caminos y tener en un radio de 600 kilómetros la zona más poblada del país. Esa refinería es inaugurada el 30 de julio de 1950 en su primera etapa. En ese año, 1950, también se inaugura la refinería de Reynosa; para 1956 vendría una gran ampliación a la de Minatitlán, para 1976 entra en operación la de Tula, en 1979 las de Cadereyta y Salina Cruz y en 1981 la denominada La Cangrejera.
Es indudable, para bien y para mal, el impacto que generó la instalación de una refinería en el corazón del Bajío, en tierras que, por naturaleza, tenían la vocación agrícola. Se sacrificaron miles de hectáreas para crear allí un parque industrial, concentrando una docena de plantas de alta producción, especializadas en fertilizantes los cuales, eran los más tóxicos, pero, en esa década de los sesenta no se había creado aun la conciencia suficiente para determinar los niveles de contaminación en agua, aire y tierra que se estaba dando en Salamanca. En la actualidad Salamanca es conocida más por su Refinería que por sus magníficas obras arquitectónicas que nos hablan de un rico pasado cultural, se han perdido muchas, por no decir que todas, las tradiciones. Se ha ganado una planta industrial y un circulante de dinero que, en la mayoría de los casos se va a las cercanas poblaciones de Celaya, Irapuato y León. Es por eso que Salamanca, para bien, o para mal, tiene una Refinería que, al paso del tiempo y el crecimiento poblacional, está siendo abrazada por la mancha urbana… insisto: para bien y para mal.
Otra de las fotografías históricas de RIAMA, de cuando entró en operación la planta de amoniaco en 1960, cuando México era gobernado por Adolfo López Mateos y la política de producción agrícola preferenciaba el uso de pesticidas y fertilizantes de los cuales ahora, estamos pagando las consecuencias de su herencia contaminante.
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