38 AÑOS DE SAQUEO EN CMAPAS
Muy contentos los funcionarios de CMAPAS y de la Presidencia Municipal celebraron 38 años de la fundación de ese organismo de agua potable, develaron una placa, se aplaudieron, presumieron que más del 90% de la mancha urbana cuenta con el servicio; seguramente después se fueron a comer al restaurante del presidente de CMAPAS y con bombo y platillo celebraron un año más de «calidad» en el servicio.
Ya después de toda la jiribilla, quizá no recordaron que son por lo menos 30 años de saqueo, corrupción y falta de transparencia;de amiguismo, nepotismo, conformismo y hedonismo.
Quizá en sus inicios había buenas intenciones pero ahora y desde hace por lo menos 3 décadas, CMAPAS se convirtió en la caja chica, en la minita de oro, en el banco privado de los funcionarios más empoderados.
Así ha sido el Comité de Agua Potable, un lugar donde no se sabe cuánto se gasta, en qué se gasta, qué se hace, cómo se ejecutan las acciones.
CMAPAS es una dependencia que nadie controla, ni fiscaliza, y si se le pidieran cuentas, no podrían demostrar para dónde se van tantos recursos que emanan de un pueblo ya cansado de un servicio deficiente que debe pagar y pagar porque el agua no es un derecho, es un lujo.
En Salamanca el agua es un negocio bastante lucrativo y no hay quién detenga la manera en que le cobran a decenas de familias que todos los días realizan un enorme sacrificio para solventar sus necesidades; aún así se dicen ‘orgullosos’ cuando son un descalabro para la comunidad… se sienten grandiosos y ni siquiera saben cómo persuadir a la población para que el cuidado del líquido vital sea una prioridad y una realidad; no hay podido ni dar un servicio eficiente, ni coadyuvar en la concientización de un uso moderado, ni siquiera hay un proyecto tangible que intente solventar la carencia que existe en el 100 % de los comunidades más abandonadas de Salamanca, olvidando así que este municipio también contempla sitios fuera de la mancha urbana, y sin embargo, para allá no hay nada. Entonces, ante un fiasco en la institución, se atreven a decirse orgullosos de una dependencia que es sin duda un dolor de cabeza para la mayoría.
ESAS RUINAS QUE VES…
Y no me refiero al título de la obra literaria del gran Jorge Ibarguengoitia, me refiero a las acciones que la dirección de Obra Pública ha ejecutado en SALAMANCA… Puras ruinas.
Si mal no recuerdo, acaban de reencarpetar varios tramos de la Faja de Oro y ahora que he rodado por la ciudad, lo único que alcanzo a ver son puras ruinas, pareciera que han pasado los años sin darle mantenimiento a ninguna vialidad, aunque en efecto ha habido actividad en este rubro, honestamente me parece inconcebible la manera en que se han arruinado varios tramos, estas son las obras ‘bien hechas’ que tantas ocasiones nos han presumido, me temo que alguien necesita ir a echar un ojo para evidenciar las cochinadas de obras que hoy son una dificultad para peatones y conductores quienes ni siquiera identifican los tremendos hoyos; aquí es donde se debió invertir y no en tanto desvío.
Es inconcebible que habiendo ingenieros y arquitectos dentro de la administración, no puedan hacer las cosas bien, no entiendo por qué no utilizan concreto hidráulico, sí, es más caro que el asfalto (material común del pavimento), pero más se invierte en otras nimiedades… pero para Salamanca aplica lo que señala el dicho popular… «por donde no vea la suegra», hacen que hacen pero al pasar los días sale a la luz la sarta de cochinadas que efectúa la dirección a cargo… Esto es una historia de nunca acabar, no es solamente de esta administración, tampoco se le culpa solamente a la alcaldesa Beatriz Hernández Cruz; duda cada gestión hace trabajos para que duren poco, lástima que no se busque darle a la ciudadanía obras de calidad, de altura, por eso, en cada temporada de lluvias las vialidades parecen ruinas y esas ruinas que ves, son un cuento de nunca acabar pues cada año, los líquidos tienden a abrirse paso entre el pavimento hasta que debilitan el material y terminan por hacer grietas. ¿A caso no lo sabrán? Pues yo ya investigué y se los voy a explicar…
Cuando hace el agua los primeros daños, el pavimento está vulnerable y con el paso de los autos se resquebraja, ya que el peso funciona como una especie de martillo, como si el asfalto o el camino fuera un vidrio.
El constante paso de autos causa más daños, mientras el agua agrieta el pavimento y mueve los trozos desprendidos, hasta que se hace un evidente bache.
Al caer en la deformación del camino un auto puede sufrir graves daños, desde las llantas hasta la propia suspensión, lo que representa pérdidas importantes de dinero para los conductores; así que además del daño al erario que representa no realizar obras bien hechas, el daño a los vehículos también es otro tema sin resolver.
¿SIN ATADURAS?
Todavía recuerdo que el señor regidor Juan Carlos González Muro pregonaba en su campaña que era un candidato ‘independiente’ y ‘sin ataduras’, ahora que lo veo nuevamente en el Cabildo, me da la impresión de que está más amarrado que nunca a las decisiones de Beatriz Hernández Cruz.
Hoy, hay poca independencia en el cuerpo edilicio, la mayoría levanta la mano sin cuestionar, sin saber qué tanto hay detrás de cada propuesta, sin que les importe el bienestar de la población. Ese panorama, me deja muy claro que tenemos un Ayuntamiento poco honorable y bastante mediocre, que se deja convencer aunque las decisiones que se tomen sean despóticas, tiránicas o injustas, eso no ha importado a quienes gobiernan, son si a caso 4 personas las que sí cuestionan y se niegan cuando visualizan ciertas arbitrariedades, los otros miembros, solamente son vasallos o siervos sin voz ni decisión propia, levantan su inaprobechable mano solamente para quedar bien, es decir, por conveniencia y zalamería… Mientras se va notando más que hay ciertas ataduras indiscutibles.
Da rabia que esas personas nos representen, pues son practicantes del servilismo y para nada buscan el bien común, se trata de la nula defensa al erario que le pertenece a los ciudadanos y no a unos cuántos.
Me queda muy claro que tenemos regidores y síndicos ausentes, novatos, sin preparación, sin ideas pero bastante atados a una alcandesa que los domina… Quién sabe con cuánto.