Por: Alfonso Díaz Rey*
«Nunca se puede resolver un problema en el mismo nivel en el que fue creado».
– Albert Einstein.
La expresión «reconstrucción del tejido social» se ha vuelto algo común en el discurso político, tanto que llega uno a pensar que no pocos de quienes la utilizan desconocen su real significado y la causa real del estado en que se encuentra.
Podemos considerar al tejido social como la cohesión resultante de estrechos vínculos históricos, culturales, de intereses y aspiraciones comunes colectivas que identifica a individuos como parte de un grupo, comunidad o nacionalidad y les permite organizarse, relacionarse y convivir con otros grupos, comunidades o nacionalidades.
En una sociedad de clases, como la capitalista, aun con vínculos históricos y culturales compartidos, los intereses y aspiraciones de cada clase son diferentes y antagónicos, con predominio de los de la clase dominante, la que en ejercicio de su condición impone a los dominados su ideología y rompe o evita la cohesión de las otras clases o grupos sociales, como una vía para facilitar su control y explotación.
El propiciar esa desunión es una tarea que la clase dominante realiza de manera constante y para ello utiliza toda la superestructura que ella misma ha creado para ejercer su poder y mantener desunido el tejido social. En esa tarea contribuyen de modo especial el sistema educativo, la legislación, el sistema judicial, las cúpulas religiosas, los grandes medios de comunicación y, cuando se hace necesario, las fuerzas represivas del Estado; todo con la finalidad de evitar que los de abajo se identifiquen como sujetos explotados y encuentren formas de organización y de lucha para terminar con su condición de explotados.
Cuando en una sociedad capitalista se habla de reconstruir el tejido social, ello suena demagógico y contradictorio cuando es expresado por la clase dominante.
Esa reconstrucción implica erradicar el individualismo, la injusticia, la desigualdad y la inequidad presentes en la sociedad y, al mismo tiempo, impulsar la solidaridad, la fraternidad y la cooperación; implica también dejar de considerar el trabajo como una pesada carga y verlo como un aporte a la sociedad para que esta, a su vez, proporcione a sus miembros los elementos necesarios que permitan la producción y reproducción de condiciones de una existencia digna.
Tal estado de cosas es imposible en una sociedad en la que prevalecen los intereses de una minoría que basa su dominio en la explotación y control ideológico de la mayoría de la población.
En las condiciones actuales de nuestro país, hablar seriamente de reconstrucción del tejido social significa crear condiciones que no serían muy del agrado de la clase dominante ni de sus personeros, por lo que puede esperarse que impugnen o traten de evitar la aplicación de políticas, medidas y acciones que vayan en el sentido de tal reconstrucción, lo que haría necesaria la lucha ideológica para impulsar una nueva práctica, así como la organización popular para defenderlas e impulsarlas.
En la medida en que el pueblo adquiera conciencia e identifique las causas de la situación actual del tejido social, será la medida en que se involucre en la defensa, impulso, participación y aceptación de todo aquello que contribuya a su reconstrucción.
Salamanca, Gto. 16 de agosto de 2024.
* Miembro del Frente Regional Ciudadano en Defensa de la Soberanía, en Salamanca, Guanajuato.
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