En el mes de agosto, los salmantinos celebran con gran devoción a San Bartolomé Apóstol, su santo patrono. Este año, como cada 24 de agosto, la comunidad rindió homenaje a uno de los apóstoles más venerados en la historia del cristianismo, quien dedicó su vida a predicar la Palabra de Dios en regiones tan lejanas como Mesopotamia e India, acompañado de milagros y curaciones que reforzaban su mensaje.
San Bartolomé Apóstol nació en el siglo I D.C. en Caná de Galilea, cerca de Nazaret, dentro de una familia humilde de Israel. Su vida y obra han sido honradas por diversas tradiciones cristianas, desde la iglesia católica hasta las ortodoxas orientales. Su festividad se celebra el 24 de agosto en la iglesia latina, el 11 de junio en las iglesias orientales y el 8 de diciembre entre los cristianos armenios.
En Salamanca, la devoción a San Bartolomé es profunda, siendo reconocido como el santo patrono de los carniceros y, en un sentido más amplio, de todos los salmantinos. Su nombre está ligado a una de las iglesias más emblemáticas del municipio, la Parroquia Antigua de San Bartolomé Apóstol. Esta iglesia, que originalmente llevaba solo el nombre del apóstol, fue la primera parroquia de Salamanca, fundada junto con la villa en 1603, con su construcción finalizada en 1690. Su fachada churrigueresca de cantera es una obra única en América.
Durante siglos, las celebraciones en honor a San Bartolomé se realizaban en la Parroquia Antigua. Sin embargo, cuando esta se convirtió en Vicaría, la festividad fue trasladada al Santuario Diocesano del Señor del Hospital. A pesar de este cambio, muchas familias salmantinas continúan festejando al santo en sus hogares. Un ejemplo de esta devoción se encuentra en la familia que reside en la intersección de las calles Juárez y Colón, quienes año tras año organizan música y banquetes en honor a San Bartolomé.
Este agosto, como cada año, Salamanca se llenó de fe y tradición, recordando no solo la historia de su santo patrono, sino también el legado que ha dejado en la vida de sus habitantes, quienes siguen honrándolo con la misma devoción que sus antepasados.