El maestro salmantino en pintura, Agripino Aguilar, y su esposa, la maestra Nancy Mamani, emprendieron un viaje significativo hacia la ciudad de Palpalá, en la provincia de Jujuy, Argentina, donde llevaron una imagen del Cristo Negro del Santuario Diocesano del Señor del Hospital, venerada en Salamanca por sus milagros y su enigmática transformación de color.

La llegada de la imagen fue recibida con profunda devoción por los habitantes de Palpalá, quienes la entronaron en el Centro de la 3.ª Edad San Cayetano, convirtiéndose en el primer y único Cristo Negro de la ciudad. Para la comunidad argentina, esta figura representa no solo una conexión espiritual, sino también un símbolo de fe que ha cruzado fronteras.

Según Mamani, su admiración por el Cristo Negro surgió durante su primera visita a Salamanca, donde quedó cautivada por la historia y el misterio de esta imagen, elaborada con una técnica purépecha en pasta de caña de maíz. Su oscuro color, resultado de un cambio inexplicable de blanco a negro, y su aspecto de Cristo muerto han generado una devoción arraigada en quienes creen en sus milagros. La maestra decidió entonces compartir esta devoción con su tierra natal, llevando una réplica que ya ocupa un lugar sagrado en su comunidad.

La fe en el Cristo Negro ha trascendido Salamanca, donde cada Semana Santa, miles de fieles peregrinan para honrarlo. En un Martes Santo, según la tradición, el Cristo decidió quedarse en Villa Xidoo, lo que hoy es Salamanca. Ahora, con su imagen en tierras argentinas, el Cristo Negro se convierte en un lazo espiritual entre dos culturas, uniendo a Jujuy y Salamanca bajo una devoción que trasciende distancias y creencias.