El viernes pasado, en la tranquila y profunda Presa de La Purisima, en Irapuato, ocurrió un episodio que dejó sin aliento a quienes conocen la historia de ese lugar, ya que la cúpula del viejo templo que se alzaba, o mejor dicho, emergía; de las aguas, se derrumbó.
El templo fue construido allá en 1898, era una joya arquitectónica de cortes neoclásico-barroco, parte del ya desaparecido poblado de El Zangarro. Cuando el pueblo fue inundado en 1979 para dar paso a la presa, el templo quedó sumergido.
Con el paso de los años, cuando bajaba el nivel del agua, su cúpula, arcos y atrio reaparecían, generando un espectáculo para turistas, kayakeros y visitantes de todo tipo. Pero ese viernes, entre las 6 y 7 de la mañana, un estruendo anunció lo inevitable: la cúpula cedió. Afortunadamente no había nadie al interior.
El aumento del nivel de la presa, por las lluvias recientes, debilitó el acceso y la estructura visible del templo. Ya no era fácil acercarse en vehículo, la caminata se alargaba y el agua cubría más. Equipos de Protección Civil acudieron para inspeccionar la zona.
Aun así, los operadores de paseos turísticos afirmaron que los recorridos en kayak podrían continuar, pero subrayaron que será con “medidas extremas de seguridad”.
Este colapso no sólo marca la pérdida de una pieza histórica visible, sino que pone de relieve lo efímero del paso del tiempo sobre el patrimonio cultural, especialmente cuando convive con la naturaleza, en este caso, con el agua.
📷: Correo



































