“Mi calaverita”
A los “Justinos” entristeció, ese amor de los que mata,
el último viaje emprendió, pa´ variar con resaca.
Dicen que Antonio murió, sin agüita que hidrata,
la “huesuda” lo sorprendió, como acostumbra la ingrata.
Con ellos se pasó de lanza, eso dicen del finado,
pero bien sabían la tranza, pues ya se habían calado.
La “flaca” no le dio chanza, de llevarse ni un centavo,
ni alipús en su panza, ni para su ataúd un clavo.
Por ser el peor presidente, de Salamanca en la historia,
una “catrina” inteligente, dejó esta nota aclaratoria.
“Me llevo al edil negligente, por sentencia acusatoria,
de su gestión indecente, por el astro rey adulatoria”.
De morada también cambió, pero no es coincidencia,
ya que ni al “INE” avisó, de su nueva residencia.
A nadie nos sorprendió, lo hizo a su conveniencia,
pero al pueblo si le atizó, hasta perder la paciencia.
En medio de la penumbra, descansa como lo quiso,
a lo que no se acostumbra, es que lo llamen occiso.
Ya ni su sepulcro relumbra, pues no requiere permiso,
de una ciudad que alumbra, con un nuevo compromiso.
A “Cartoño” por su afición, el pueblo le llora a mares,
perdón, una aclaración, en la cantina, antros y bares.
A dos años de su actuación, nos urgía un quitapesares,
que acabara la corrupción, y brinde paz a los hogares.
Y si de fracasos se trata, en los procesos electorales,
Arredondo ya no atrapa, ni moscas en funerales.
La gente está muy harta, fueron muchos los males,
ya no le cree ni la “parca”, que le ha puesto bozales.
Si esta “tilica” no miente, por el bien de esta ciudad,
que se respire un ambiente, de nueva gobernabilidad.
Demandamos un presidente, con mucha efectividad,
y si surge un independiente, que viva la municipalidad.
Así las cosas.