Cada nación escoge a sus malvados y México puso los ojos en Santa Anna para convertirlo en la representación de la traición y el desprecio. Pero el político y militar mexicano no fue ni embustero ni un dictador vendepatrias, según la versión de una nueva biografía, escrita por el historiador español, de padre inglés, Will Fowler, quien, antes que reivindicar al personaje, busca mostrarlo en todas sus tonalidades.
«Yo diría que la historia ha sido injusta con Santa Anna, se le ha acusado de toda una serie de cosas que no hizo, lo tenemos acusado de haber vendido la mitad del país, por poner un ejemplo, pero es algo que él no hizo”, dice en entrevista el doctor en Filosofía y Letras por la Universidad de Bristol. Fowler lleva más de 17 años estudiando al expresidente mexicano; su libro, que ahora ha sido traducido al español como Santa Anna. ¿Héroe o villano?(Crítica, 2018) apareció por primera vez en 2007 con el título Santa Anna of Mexico.
Para escribirlo, el historiador agregó a su investigación los archivos regionales de Veracruz, especialmente los de Xalapa, donde Santa Anna nació el 21 de febrero de 1795, y los de la Defensa Nacional, en los que pudo indagar su vida militar. En esa carrera marcial, Fowler halla uno de los rasgos más característicos del personaje, pero también lo describe como hombre interesado en sus tierras, un hacendado entregado que con el más mínimo motivo corría a Xalapa para hacerse cargo de sus dominios y que la mayoría de las veces, regresó a la presidencia de México porque mucha gente se lo pedía.
«No se trata de reivindicar a Santa Anna, no vengo a reivindicarlo, simplemente estoy buscando una versión más objetiva en la medida de lo posible”. Fowler dice que basta con repetir lo que la historia oficial ha dicho del político para caer en falsedad: se dice que ocupó la presidencia en 11 ocasiones, pero en realidad fueron seis (1833-1835, 1839, 1841-1843, 1843-1844, 1846-1847 y 1853-1855); también se habla de que deliberadamente perdió la guerra contra EU cuando en realidad se refugió en Oaxaca con la idea de formar un nuevo ejército y continuar la lucha.
Pero quizás la versión más repetida es la que afirma que fue el responsable de vender la mitad del territorio nacional a EU. “Sí que vendió La Mesilla, pero la pérdida de la mitad del país se perdió en la firma del Tratado de Guadalupe Hidalgo, firmado por el gobierno moderado de Manuel de la Peña y Peña en un momento en particular de esa guerra contra Estados Unidos cuando de hecho Santa Anna estaba intentando continuar la guerra y se va hacia Oaxaca con la intención de formar otro ejército; pero ahí Benito Juárez y el gobierno de Oaxaca no lo dejan”.
Santa Anna, dice Fowler, “se ha vuelto el chivo expiatorio ideal para responsabilizarlo de todo lo que salió mal tras independizarse México de España”. Y en el camino fue sumando enemigos: José María Luis Mora, por ejemplo, pinta a Santa Anna como “un déspota tirano” y lo bautiza incluso como “el Atila de la civilización mexicana”, y Ramón Gamboa, en una versión de 1847, extiende la idea de que el militar perdió intencionadamente la guerra contra Estados Unidos después de dejarse sobornar.
—¿De dónde proviene ese desprestigio de Santa Anna?, se le pregunta al autor. “Hay que regresar un poco al pasado, a la restauración liberal de 1867. Con Juárez subiendo al poder surge una serie de historiadores que empiezan a construir una historia patria y eso se desarrollará de una manera más acentuada con Porfirio Díaz; México a través de los siglos, de Vicente Riva Palacio, o Justo Sierra; ese grupo de liberales construirán una visión para afrontarse un poco a la tragedia de la derrota contra Estados Unidos, tienen que encontrar un modo de interpretarlo para que pueda superarse de alguna manera”.
—Entonces, ¿Santa Anna no se deja sobornar? “Cuando miras los documentos, uno se da cuenta de que sí hubo soborno, pero el dinero lo usó para defender México y se quedó bastante dinero porque era corrupto, eso no lo niego, pero lo que no hizo fue perder la guerra a propósito, eso es absurdo, pero como se perdió la guerra y se supo de esas transacciones, ahí empieza un poco ese mito; también para exaltar la victoria liberal se le empieza a presentar como un monstruo, como un pasado que se ha superado y ya con el porfiriato se quiere exaltar la estabilidad del régimen y se tiende a dar la idea de que el periodo de Santa Anna fue época de caos”.
La justificación que Fowler ve en las acusaciones contra el político no son exclusivas de México; la historiografía estadunidense también le acabó pintando de manera ruin, en esa tradición “de pintar como monstruos para justificar acciones; la historia texana lo muestra como un monstruo dictador para crear esa imagen cuando se rebelan en 1835; se dicen amantes de la libertad y que buscan una escisión de este país gobernado por el monstruo Santa Anna, pero en realidad estaban rebelándose para conservar sus esclavos, pues al terminar la República federal e imponerse el centralismo en 1835, la abolición de la esclavitud, que aquí se dio en 1829, tenía que extenderse por todo el país; ésa es la razón”.
Fowler muestra a Santa Anna como un militar valiente, decidido a perder una pierna en su defensa y remite a la descripción que hace Fanny Calderón de la Barca, quien lo ve como un señor “de buen ver, vestido con sencillez y una sombra de melancolía”.
—Pero si no fue ni un dictador ni un traidor, ¿cuál es su lado oscuro? “La corrupción es algo continuo en él; hay una serie de transacciones que lleva a cabo y usa ese dinero en parte para crear ejércitos, pero también se queda bastante dinero. No se puede explicar cómo compra tantas tierras en Veracruz. Ya para 1842 domina todo ese vasto territorio y eso lo ha conseguido a través de las redes de corrupción.
«Hizo muchas cosas positivas como las reformas educativas en 1842, pero al mismo tiempo se está llevando dinero, pues también con Santa Anna se recaudan más impuestos que con ningún otro presidente, tanto en ese gobierno y también lo vemos en la dictadura de 1853 a 1855 cuando incluso se cobran impuestos sobre las ventanas que dan a la calle, los perros que tiene la gente. La dictadura que tuvo al final sí que fue terrible, muy represiva con una policía secreta”.
Fowler insiste: “No trato de juzgarlo sino de entenderlo y de entender el México de su época. ¿Si Santa Anna fue tan malvado por qué regresó tanto al poder?” El historiador habla entonces de la teoría de Max Weber sobre la dominación carismática: “En contextos de crisis, en donde las instituciones pierden confianza, hay una tendencia, de una manera irracional, a poner toda la fe y confianza en las habilidades de un solo individuo y de resolver sus problemas; se busca casi una figura mesiánica”.
Con Santa Anna ¿Héroe o villano?, Fowler ha puesto fin al estudio del personaje mexicano, aunque piensa que faltan estudios que indaguen, por ejemplo, en los exilios del militar o en otros personajes de ese periodo. El historiador trabaja hoy en el estudio de la Guerra de Reforma, “esa Guerra de tres años, que curiosamente está olvidada, si pensamos en la Guerra civil de Estados Unidos o la española, en cualquier librería encontramos muchos libros; la de los Tres años, que va de 1857 a 1861, prácticamente no ha sido tratada”, dice.