Por: Don Teofilito

Bienvenido mi querido, selecto y limitado grupo de lectores.

Les voy a decir algo que no sabían de mí, y es que soy bien curioso. Es decir, a veces me ando metiendo en camisa de once varas nomás por no quedarme con la canija duda, porque la duda mata, y si no me creen, pregúntenle a un celoso.

Hay una palabra que nada mucho en el aire ahorita y que mejor decidí investigar para saber que significa y les quiero compartir lo que encontré, siéntense y relájense.

La palabra “ingobernabilidad” se refiere a una situación política que se manifiesta en circunstancias persistentes de gran intranquilidad general con desorden y perturbación.

Como dice mi sobrina, así no se pinches puede.

O sea que dicho de manera más común, todo el relajo que hay en Salamanca es gracias a que los servidores públicos que emanan de un partido político en común no han sido capaces de hacer valer las garantías para que en el pueblo vivamos tranquilos o al menos de forma decente. Es decir, no funciona el mono ni su partido. Son flores sin aroma pues.

Y dentro de la ingobernabilidad también está la ilegalidad, que no es otra cosa más que no aplicar la ley o aplicar lo que les conviene cuando les conviene, dice un amigo, el diablo sabe a quién se le aparece.

Lo siento por quien se vaya a aventar el paquete de gobernar los siguientes tres años a Salamanca, y lo digo porque es como llegar a una fiesta cuando ya todos se fueron y resulta que te toca limpiar todo el tiradero. Está canijo.

Y no se les olvide que nosotros, o sea los salmantinos que votamos, en parte también tenemos la culpa de que estos señores de azul ya lleven más de 20 años en el poder en nuestra ciudad, ellos ya hicieron su negocio, ya le hallaron el modo, entre ellos se tapan y se cobijan, entre ellos se ayudan, entre ellos están a toda madre mientras a nosotros nos lleva la tristeza.

Dijo una señora el otro día:

-Yo no voto por la persona, yo voto por las ideas.

¿Y entonces por qué vendió su voto por un calentador?

-Pues porque no se me hizo mala idea que me lo regalaran.

Dijo mi compadre, así va estar difícil; peludo el puerco, sin filo la navaja y muy menso el matador.